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juegos del narrador en el quijote
justo antes de la brutal irrupción de los toros que marca el comienzo del
final de don Quijote. Dice: “la suerte, que sus cosas
iba encaminando de
mejor en mejor
, ordenó que […]” (II, 58, p. 1105). Recordemos igualmente
lo que dice el Narrador después de la derrota final del caballero: Sancho
“temía si quedaría o no contrecho Rocinante o
deslocado
su amo [o sea,
dislocado, descoyuntado], que no fuera poca ventura si deslocado quedara”
(II, 64, p. 1161). Cuando don Quijote está agonizando, “andaba la casa al­
borotada, pero, con todo, comía la sobrina, brindaba el ama y se regocijaba
Sancho Panza, que esto de heredar algo borra o templa en el heredero la
me­moria de la pena que es razón que deje el muerto” (II, 74, p. 1221). Y
pa­ra acabar de desdramatizar la escena: don Quijote “dio su espíritu,
quiero
decir
que se murió”.
Aquí se cierra el círculo: el “
quiero
decir” del Narrador empalma con su
inicial “de cuyo nombre no
quiero
acordarme”.
13
El Yo del Narrador
14
Frecuente e interesante es la forma
digo
y el
digo, pues, que.
Suelen aparecer
cuando la voz narradora desea aclarar algo. Y hay un caso particularmente
divertido: don Quijote va “dándose priesa para llegar a una venta que al pa­
recer una legua de allí se descubría.
Digo que era venta porque don Quijote la
llamó así
, fuera del uso que tenía de llamar a todas las
ventas castillos” (II,
59, pp. 1108-1109).
15
Hace explícita de esta manera aquella identificación
con el punto de vista de don Quijote que hemos visto antes, burlándose de
su propia estrategia.
Pero es aun más notable la aparición del
digo
después del largo y sorpren­
dente discurso en que el Narrador critica al eclesiástico de los duques y sus
semejantes: “con ellos [entró] un grave eclesiástico destos que gobiernan las
13
Usa el
quiero decir
para explicar una expresión suya que podría pecar de sutil –“dio su espíri­
tu”–, como ocurre también al comienzo del capítulo II, 26, después de citar la
Eneida:
“Callaron
todos, tirios y troyanos, quiero decir, pendientes estaban todos” (p. 846).
14
Cf. Paz Gago,
Semiótica del
Quijote
…,
p. 100.
15
Antes de esto hemos leído un pasaje análogo: “Afligióse en estremo el buen señor, y diera él por
tener allí un adarme de seda verde una onza de plata,
digo seda verde porque
las medias eran verdes”
(II, 44, p. 984).