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riesgo y fortuna de la interpretación simbólica
versas fuentes de las que se sirvió su autora con el fin –digámoslo también
con el padre Diego Calleja– de “hacer florecer” poéticamente materias “por
su naturaleza tan áridas” como “los principios, medios y fines con que se
cuece en el estómago el manjar, hasta hacerse sustancia del alimentado
[…], lo que pasa en las especies sensibles desde el sentido externo al común
al entendimiento agente, a ser intelección”.
9
El mismo Calleja ofreció a los
desaprensivos lectores que suelen pasar la “hondura por oscuridad”, una
clave para desentrañar el sentido (o, por mejor decir, los varios sentidos) de
aquel cúmulo de fantásticas representaciones a través de las cuales se mani­
fiesta la sustancia filosófica del poema:
los que saben los puntos de las facultades, historias y fábulas que toca, y
entien-
den en sus traslaciones los términos alegorizado y alegorizante
,
con el que resulta del
careo de ambos
,
10
están bien ciertos de que no escribió nuestra poetisa otro papel
que con claridad semejante nos dejase ver la grandeza de tan sutil espíritu.
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9
Véase Rosa Perelmuter Pérez,
Noche intelectual: la oscuridad idiomática en el Primero sueño,
México, unam-Instituto de Investigaciones Filológicas, 1982. Como bien indica su título, la autora
se ocupó de la “oscuridad” que pueda tener su origen en la extrañeza del léxico (cultismos) o la sin­
taxis (hipérbaton), pero dejó sin desbastar las “oscuridades” ocasionadas por la sustancia erudita del
poema, es decir, por “aquellos puntos de las facultades” a que expresamente aludía Calleja.
10
Sintetizó Calleja la elaborada definición de Baltasar Gracíán en su
Arte de ingenio y agudeza:
“Es el sujeto sobre quien se discurre y pondera […] uno como centro, de quien reparte el discurso
líneas de ponderación y sutileza a las entidades que lo rodean; esto es, a los adjuntos […] como son
sus causas, efectos, atributos, calidades, contingencias, circunstancias de tiempo y modo, etc.,
valos
careando de uno en uno con el sujeto, y unos con otros entre sí
, y en descubriendo alguna conformidad
o conveniencia, que digan, ya con el principal sujeto, ya unos con otros, exprímela, pondérala, y en
esto está la sutileza”.
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El subrayado es nuestro. Ya en su “Censura” del
Segundo volumen de las obras de soror Jvana Ines
de la Cruz,
(1692,) el padre Navarro Vélez había señalado que el estilo del
Sueño
“es el mas pro­pio de
el assumpto, las Traslaciones, y Metaphoras, son muchas, y son muy elegantes, y muy pro­pias, los
conceptos son continuos, y nada vulgares, sino siempre elevados y espiritosos, las alusiones son re­
cónditas, y no son confusas, las alegorías son misteriosas, con solidez y con verdad, las noticias son
una Amalthea de toda mejor erudición, y están insinuadas con discreción grande, sin pompa y sin
afectación”. Y otro panegirista del
Segundo volumen
, fray Gaspar Franco de Ulloa, afirmaba que “en
los desvaríos de un Sueño junta tanta variedad de
especies,
que no hay línea en que no juegue las armas
de la erudición, y todas las ciencias con tal destreza, que el que no estuviese muy en ellas, no podrá
entender lo sublime de sus conceptos. De manera, que podemos decir, que sabe más durmiendo esta
Virgen prudente, que muchos doctos despiertos”.
Especie
vale tanto como la imagen perceptible de
un objeto y también cada una de las representaciones de éste formadas en la fantasía.