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josé pascual buxó
el sentido recto es particularmente oscura, daba Quintiliano el nombre de
enigma;
en cambio, para decirlo con Lausberg, en la llamada
alegoría mixta
o imperfecta
“una parte de la manifestación se encuentra lexicalmente en
el nivel del pensamiento mentado en serio” y la otra en el nivel metafóri­
co, poniendo así en evidencia la estrecha correlación semántica establecida
entre los miembros de cada una de las series paradigmáticas, de suerte que
en la alegoría mixta (también nombrada “abierta” en razón de la distinción
evidente de sus diferentes planos de significación) se establece un sostenido
paralelismo entre los componentes léxicos de ambas series, a modo de que
los destinatarios perciban con cierta facilidad los procesos de homologación
o, llegado el caso, de fusión semántica entre los componentes de una y otra
serie.
15
Y siendo este el modelo alegórico del que se sirvió sor Juana en sus
autos sacramentales y particularmente en
El Divino Narciso,
acudiremos a
sus propios textos para ilustrar el asunto
.
Ya en la loa preliminar del auto, cuyo núcleo temático no es otro que la
problemática conversión de los indios americanos a la fe católica, se intro­
ducen las fingidas personas de la Religión y el Celo que intentan –cada una
a su modo, suave o violento– “abrir los ojos” a América y Occidente para
que abandonen su “culto profano” al Demonio y abracen la doctrina “ver­
dadera” de Cristo. El exasperado Celo quiere dar muerte sin más trámite
a los indios “protervos”, pues persisten orgullosamente en la verdad de sus
creencias ancestrales, pero la Religión prefiere usar de la “suavidad persuasi­
va” como más eficaz método de evangelización. Considerando, sin embar­
go, la dificultad de establecer con los indios una comunicación de carácter
abstracto o puramente conceptual, la Religión opta por recurrir a la esce­
nificación de un auto sacramental en que, a través de “alegorías visibles”,
los instruya en la Fe cristiana. Al igual que nosotros, sor Juana y los suyos
establecían una notoria diferencia entre las ideas expresadas por medio del
leguaje ordinario o formal de aquellas que se verifican a través de alguna
15
Pierre Fontanier, cuyas
Figures du discours
vieron la luz entre 1821 y 1830, hacía particular
hincapié en la manifestación simultánea del “sentido literal” y del “sentido espiritual” en las pro­
posiciones alegóricas, de suerte que en ellas “se presenta un pensamiento bajo la imagen de otro
pensamiento, apropiado para hacerla más sensible y más evidente [
frappante
] que si ella hubiese
sido presentada directamente y sin ninguna especie de velo”. (Cf. Pierre Fontanier,
Figures du dis-
cours
, introd. Gérard Genette, París, Flammarion, 1968.)