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riesgo y fortuna de la interpretación simbólica
mimética), llevó también a los antiguos a verificar en la pintura un proceso
semejante, lo cual les permitió designar como “artes hermanas” a la poe­
sía y la pintura, pues si los contenidos semánticos trasmitidos por medio
de las palabras tienden a hacerse patentes a nuestra imaginación a partir de
re­presentaciones de carácter icónico en las cuales se haya privilegiado el
recurso de la
evidentia
,
20
asimismo las imágenes pictóricas son suscepti­
bles de remitir a contenidos conceptuales implícitos en las representaciones
sensibles de seres u objetos. A partir de Simónides de Ceos pudo afirmarse
que la poesía es
como
una “pintura parlante” y la pintura
como
una “poesía
muda” (aunque, claro está, limitando el ámbito de esta al plano de las re­
presentaciones icónicas), por cuanto que a las imágenes o simulacros de las
cosas mimetizadas pueden serles asignados diversos contenidos semánticos
de carácter fabuloso, sacro, histórico, político o moral, y actuar, consecuen­
temente, como signos convencionales de éstos.
21
Tal es el caso ejemplar de las divisas, empresas o emblemas, en los cuales
el plano de representación icónica ha sido relacionado con determinadas
nociones abstractas; así, por ejemplo, entre los
Emblemas
de Alciato, el
número 105 muestra la
pictura
de un auriga en actitud de refrenar a los
caballos desbocados; esa imagen –y más expresamente aun la del 106– re­
mite a la conocida fábula de Faetón y, a través suyo, a un corpus discursi­
vo referente a la
temeridad
y sus consecuencias siempre desastrosas. A ese
conocido corpus doctrinario alude explícitamente el epigrama suscrito a la
imagen gráfica: “En vano tensa la rienda el auriga que conduce un caballo
desbocado: se precipita en su caída. No creas fácilmente a aquel al que no
gobierna la razón y se deja llevar a la ligera por su propio capricho”,
22
que
pone en evidencia el correlato analógico instaurado entre el concepto que el
20
La
evidentia
, según Quintiliano, es “la descripción viva y detallada de un objeto, mediante la
enumeración de sus particularidades sensibles (reales o inventadas por la fantasía)” (cf. Lausberg,
Manual de retórica literaria
…, 1967).
21
A este propósito decía el español Alonso López
Pinciano
en su
Philosophia Antigua Poetica
(1596): “Dicho hemos que el poema es imitación en le(
n
)guaje, y el pintor de herbajes es pintor
como el de figuras, ni más ni menos el poeta que pinta y describe las otras cosas, es ta(
m
)bién poeta
como el que imita afectos, acciones y costumbres humanas…” (cf. Sanford Shepard,
El Pinciano y
las teorías literarias del Siglo de Oro
, Madrid, Gredos, 1962).
22
Cito por Alciato,
Emblemas
, ed. Santiago Sebastián, trad. Pilar Pedraza, Madrid, Ediciones
Akal, 1985.