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josé pascual buxó
Piramidal, funesta, de la tierra
nacida sombra, al Cielo encaminaba
de vanos obeliscos punta altiva,
escalar pretendiendo las Estrellas,
si bien sus luces bellas
–exentas siempre, siempre rutilantes–
la tenebrosa guerra
que con negros vapores le intimaba
la pavorosa sombra fugitiva
burlaban tan distantes
que su atezado ceño
al superior convexo aun no llegaba
del orbe de la Diosa
que tres veces hermosa
con tres hermosos rostros ser ostenta…
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En ellos se describe en términos físicos o naturales “la sombra de la noche,
su tristeza y su forma piramidal”, y apoyándose en la autoridad de Titel­
man, cuyo
De Coelo et mundo
cita al margen, Álvarez de Lugo los glosó en
clave astronómica:
Luego que deja el día de ser día, por llevar el sol sus luces al contrario hemis­
ferio, comienzan a teñirse de negras, funestas sombras las horas de la noche.
La sombra, pues, que la tierra hace (porque el sol entonces se halla debajo de
su globo terrestre) es llamada de los que tratan de la natural filosofía, sombra
piramidal,
como aquí soror Juana.
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Transcribo de conformidad con la citada edición de Méndez Plancarte.
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En sus anotaciones a la
Ilustración al Sueño
de Álvarez de Lugo, Sánchez Robayna da la tra­
ducción del pasaje de Titelman procedente de su
Compendium naturalis philosophiae
(Lyon, 1564):
“Según la perspectiva debe saberse esto: que todo cuerpo opaco interpuesto a un cuerpo luminoso
produce una sombra. Y, ciertamente, si el cuerpo luminoso fuera mayor que el cuerpo opaco inter­
puesto, aquel iluminará más de la mitad de éste en la parte que tiene frente a sí, pero deja oscuro el
resto formando una sombra piramidal que decrece sucesivamente y acaba en punta”.