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riesgo y fortuna de la interpretación simbólica
No dudaba el propio Álvarez de Lugo de que los términos “alegorizantes”
(vale decir, lo “funesto” de la
sombra
y los “pavorosos” gemidos de las aves
nocturnas), así como su correspondencia analógica con los términos rectos
(la noche planetaria y los insomnes animales que la pueblan), permiten es­
tablecer, por medio del “careo” o concordancia conceptual postulada entre
ambos, un nuevo nivel de significación que, partiendo de las referencias al
mundo natural, trasladan su sentido al ámbito sobrenatural de los miste­
rios paganos.
Por medio del empleo de lexemas disémicos (capaces de suscitar una
fuerte connotación simbólica) se produce, entre otras causas, la llamada
ambigüedad poética. Y así, el hecho de trascender la definición recta del
complejo conceptual relativo a la “noche” y de utilizar en su lugar el sus­
tantivo disémico
sombra,
introduce desde el inicio un inquietante doblete
semántico: en la inmediata lectura del texto, la “sombra” alude tanto a “la
oscuridad que se causa de oponerse a la luz un cuerpo sólido”, como al “es­
pectro o fantasma que se percibe como sombra”, que son dos de las acepcio­
nes registradas por el
Diccionario de autoridades.
He ahí, pues, que el lector
de sor Juana se halla abruptamente instalado en dos dimensiones semán­
ticas diferentes y de ordinario contrarias, pero que resultan perfectamente
compatibles en el universo de la figuración poética. ¿De qué naturaleza es,
pues, el objeto que se nos describe: material o espiritual, real o fantástica?
De una y otra a la vez. Porque si el epíteto
piramidal
alude rectamente al
aspecto físico de la sombra nocturna, esto es, a la figura geométrica que se
produce en el eclipse lunar, el calificativo
funesta
la instala simultáneamen­
te en el ámbito de una evaluación moral de las “deplorables” intenciones
que se atribuyen a dicha
sombra,
de suerte que se produce una aparente
disyunción conceptual entre dos acepciones de lexemas disémicos (una en
su sentido lato y otra en el figurado o metafórico) que queda neutralizada
por cuanto que por medio de su expresa concurrencia textual se postula la
implícita complementariedad o “simpatía” de sus componentes sémicos
o, por mejor decir, entre dos planos semánticos, uno relativo a la imagen
física del mundo y otro a su aplicación metafísica y moral, expresada esta
última por medio de diversas proyecciones analógicas de lo “nocturno” y lo
“aciago”,
v. gr.
el hecho de que el “imperio silencioso” de la noche: