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josé pascual buxó
sumisas sólo voces consentía
de las nocturnas aves,
tan obscuras, tan graves,
que aun el silencio no se interrumpía.
Apoyo y explanación del contenido infausto de la sombra terrena es la su­
cesiva pintura de aquellas “aves nocturnas”, las cuales, consideradas en su
representación mitológica, son también, como la misma
sombra,
calificadas
de “funestas”, porque a ellas les corresponde ocupar ese espacio nocturno
temible a los humanos. Es, al fin, el sueño fisiológico el que pone a éstos al
amparo de sus terribles augurios. De esta misma suerte, en los primeros 15
versos del poema se han actualizado –sin contradicción alguna– dos para­
digmas divergentes, uno relativo a la astronomía y otro a la mitología que,
de resultas de su expreso “careo” textual, instituyen un nuevo paradigma
alegórico: la lucha inacabable de la Luz y la Sombra, esto es, del Bien y del
Mal,
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que es el tema dominante al que volverá sor Juana de manera más
explícita al término de su recorrido onírico.
Es digno de atención el recurso utilizado por la autora para establecer
la homología entre el ámbito de la noche tenebrosa y sus criaturas em­
blemáticas; como en el caso de la
sombra
las aves nocturnas tampoco son
mentadas por sus nombres específicos (lechuzas, murciélagos,
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búhos), es
decir, por los términos que corresponden al sentido recto, sino por alusión
a sus figuraciones mitológicas. Cada uno de ellas va también estrechamente
acompañada de epítetos o acciones predicativas que las remiten, en con­
junto, al campo semántico de lo temerario y lo sacrílego: si la
sombra
noc­
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No nos referimos aquí al “mal físico”, sino al “mal moral” que –según la teología dogmática– se
corresponde con el pecado y la negación de Dios (cf. Ludwig Ott,
Manual de teología dogmática
,
Barcelona, Herder, 1986). En esta dialéctica teologal se inscribe, a mi parecer, la conclusión del
Primero sueño,
donde el Cristo solar triunfa una y otra vez sobre el “ejército de sombras” que, aun
vencido, no deja de acosarlo. También en la
Docta explicación del misterio…
[de]
la Purísima concep-
ción de Nuestra Señora
retoma sor Juana esa oposición simbólico-teológica: “La bondad del Espíritu
Santo… como Sol puro y resplandeciente, no permitió que entrara en Su purísima Alma la oscura
sombra de la culpa y la noche ciega del pecado.”
42
Recuérdese que para el
Diccionario de autoridades
, el murciélago (latín
vespertilio
) era “un ave
muy semejante al ratón, que tiene cubierto el cuerpo de pelos en lugar de plumas… las alas son
grandes y cubiertas de una membrana muy sutil”.