Page 160 - tomo34

Basic HTML Version

162
fernando serrano migallón
diciembre de 1913.”
6
Desde luego, Isidro Fabela inicia su vida diplomática
en una circunstancia nada halagüeña. Su papel era administrar y cuidar las
relaciones exteriores de una Revolución mundialmente conocida por su
violencia y la diversidad de los grupos que en ella participaban; además,
tenía que procurar el reconocimiento de los países extranjeros tanto del do­
minio efectivo de don Venustiano como de la condición inconstitucional
y espuria de Huerta.
Durante su gestión ocurrieron algunos de los más importantes episodios
de la Revolución; hechos como el ascenso del constitucionalismo, la inva­
sión estadounidense a Veracruz, la caída de Huerta y la división del movi­
miento revolucionario. Esta etapa, que bien puede llamarse de aprendizaje,
se inicia con su nombramiento como oficial mayor y se desarrolla en la
medida en que afianza su sitio dentro de la conflictiva estructura burocráti­
ca de los frágiles gobiernos revolucionarios; obtiene su mayor lección en la
defensa de la soberanía y la independencia mexicanas ante la invasión de los
Estados Unidos en el puerto de Veracruz. En ese momento, Isidro Fabela
estableció las bases de su propia estructura intelectual frente al problema de
las naciones. Si para el movimiento revolucionario eran vitales las nociones
de justicia, igualdad e independencia, para Fabela todo ello requería encar­
narse en conductas y normas aplicables entre países. Es decir, los ideales de
la Revolución sólo serían efectivos si se materializaban en un nuevo marco
jurídico y político dentro y fuera de las fronteras nacionales.
La necesidad de Fabela de participar en la construcción del México pos­
revolucionario lo llevó a un receso en su actividad diplomática en los años
de 1942 a 1945. Durante ese periodo se desempeñó como gobernador del
Estado de México. Es probable que el fulgor de las batallas diplomáticas li­
bradas por Fabela tiendan a oscurecer su gestión en el gobierno de su estado
natal. Sin embargo, esos años fueron más que un simple intermedio entre
el segundo y el tercero de sus tiempos diplomáticos; fue un periodo de
materialización de los ideales de un revolucionario. Para Fabela, la Revolu­
ción podía limitarse a una serie de presupuestos ideológicos o a la sucesión
de una serie de mandos efectivos; era la oportunidad que los mexicanos
6
Javier Garciadiego,
Fabela, diplomático revolucionario
, p. xiii.