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isidro fabela, la cultura de la justicia
habían ganado, al precio de su sangre, de construir un nuevo país donde
la riqueza estuviera equitativamente distribuida y el desarrollo económico
fuera la garantía de un mejor nivel de vida para todos los mexicanos.
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De este modo, Fabela lograba acceder a un nivel de importancia política
para poner en marcha los sueños humanistas y educativos que en la juven­
tud había labrado como ideales, aquellos que Alfonso Reyes había resumi­
do en tres elementos simples: pan, jabón y alfabeto. Durante su mandato,
Isidro Fabela se enfocó a esos tres grandes ejes del sueño revolucionario.
Con gran objetividad y realismo, impulsó una de las más grandes empresas
educativas de la posrevolución. Bajo su gobierno se ampliaron las escuelas
en todos los niveles, desde el preescolar hasta la educación superior; pero,
sobre todo, realizó una campaña de alfabetización a nivel masivo. Por otra
parte, como gobernador impulsó los programas de salud pública, particu­
larmente los destinados a campesinos y obreros.
Las memorias de Fabela son, además de un importante documento li­
terario, un escaparate abierto para comprender la formación de su espíri­
tu revolucionario; se trata de recuerdos relacionados siempre con aspectos
públicos que diferencian con tino lo público de lo privado; por eso no
son autobiografía, sino constancia documental; asimismo, se trata de do­
cumentos escritos con la intención de definir a un individuo y su momento
histórico bajo la luz de una ideología que se aprende, se desarrolla y se
asume en estadios vitales sucesivos; de entre las páginas más memorables
de sus recuerdos figura aquella en la que describe su primer encuentro con
Venustiano Carranza:
En el tren, camino a Hermosillo, le manifesté mis deseos de hablar con él;
habiéndome concedido audiencia, me dejó que hablara sin despegar él los la­
bios, mirándome con fija atención. Le dije que le había telegrafiado y escrito
varias veces para ponerme a sus órdenes, dispuesto a servir a la Revolución en
lo que él determinara; pero que no habiendo tenido nunca su respuesta, me
había internado al país por Piedras Negras ofreciéndole mis servicios al general
Pablo González, hasta que recibí la invitación del gobernador Maytorena para
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Ibidem
, p. xvii.