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fernando serrano migallón
aceptar el puesto de oficial mayor en su administración, el cual había aceptado
por consejo del propio don Pablo […]. Hice una pausa, y como nada me dijera
don Venustiano, me pareció prudente terminar refiriéndome a su hermano don
Je­sús, quien me había encargado le expusiera cuál era la situación militar en
Coahuila después de la derrota sufrida por nuestras fuerzas en Tres Hermanas
y el avance de los huertistas a Barroterán, Aura y Rodríguez, donde yo había
dejado al jefe González. Concluí refiriéndome a la situación de la capital fede­
ral cuando yo la había dejado; el entusiasmo que había despertado la actitud
suya y la de Sonora en el ánimo del pueblo, y la esperanza general respecto del
triunfo de la Revolución que él había iniciado y dirigía […]. El Primer Jefe,
después de mi breve relación, continuó en su mutismo imperturbable, por
lo que al cabo de unos cuantos instantes más, y con su venia, me retiré de su
presencia.
8
Indudablemente, el hecho de que Fabela ingresara en la lucha revoluciona­
ria al final de sus años formativos y en la primera etapa de su vida adulta
significó que la huella que la vida revolucionaria dejaría en su personali­
dad fuera un sello imborrable. En realidad, Fabela hizo suyos los presu­
puestos revolucionarios y los convirtió en convicciones personales, al igual
que otros miembros distinguidos de su generación; el compromiso que
adquirían con su país como mexicanos y como hombres privilegiados, en
el sentido de su acceso a la educación superior, se tradujo en que la posición
de revolucionarios no era producto de la ocasión política o de la necesidad de
integrarse al movimiento general de la sociedad, sino que representaba la
única opción coherente con una serie de ideas que se habían convertido en
auténticos principios personales. En la descripción del encuentro con el
jefe constitucionalista, Fabela entrelaza los recuerdos personales del revolu­
cionario en el encuentro con su líder, el político en la coyuntura de un en­
cuentro verdaderamente importante, y los de un hombre en un momento
significativo de su vida.
Dos hombres fueron significativos en la vida de Fabela, dos hombres
que figuraron como sus líderes, sus maestros y sus ideólogos; fueron guías
8
Isidro Fabela, “Cómo me hice revolucionario”, en
Mis memorias de la Revolución
,
Jus, México,
1977.