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isidro fabela, la cultura de la justicia
casos se trata sobre todo de una literatura que se crea sobre el respeto a la
lengua, sobre el estilo y, finalmente, sobre un hombre hecho todo en su
obra múltiple y su rica experiencia.
Colofón
Desde sus orígenes intelectuales, Isidro Fabela estuvo íntimamente ligado
a la literatura y, por consiguiente, a la lengua; es probable que el primer
llamado vocacional que recibió fuera el de escritor. El ambiente en que se
formaba como abogado y como ciudadano así lo estimulaba; su contac­
to con escritores y obras valiosas de la literatura universal estuvo siempre
acompañado de un ambiente idóneo; se trataba de lecturas que se hacían en
conjunto creando un ámbito de estudio en el que sus compañeros fungían
como lectores dialogantes, ello contando también con el estímulo de pro­
fesores que habían encontrado ya decadente el positivismo decimonónico y
veían en los jóvenes ateneístas la promesa de una renovación cultural.
En la medida en que el joven Fabela fue entrando en contacto con los
pensadores que defendían ideas sociales y al tiempo en que su postura in­
telectual se iba politizando, la literatura iba tomando un lugar secundario
en sus ocupaciones, sin dejar de ser por ello un apasionado de las ideas. El
hecho de que haya brillado más en él la visión de lo político y de lo interna­
cional ha conducido a que su obra literaria haya sido menos estudiada de lo
que merecía. Durante toda su vida activa, no dejó de escribir literatura.
Fabela supo responder a la vocación universalista que experimentaron
muchos de los miembros de su generación. Todos ellos, la generación que
sucedió a la del Centenario, mostraron al mundo, a partir de la asimilación
de su propio carácter mexicano –y esto fue una constante entre los inte­
lectuales políticos de su tiempo–, que sus largos periodos de estadía en el
extranjero no se tradujeron en desapego u olvido de sus fuentes primeras;
antes bien, cada uno de sus trabajos debe ser entendido –ante todo– como
un producto laborioso de su manejo de la lengua y, en razón de su mexica­
nidad y de su pertenencia a un mundo convulso y anhelante de una cultura
de la justicia, de la paz y del imperio del derecho.