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julio cortázar, lector
Vicente Aleixandre, Antonio Machado, Luis Cernuda, Vallejo, Huidobro,
Neruda, Paz, Gelman. No faltan los ensayos monumentales de Auerbach,
Mimesis;
de Albert Beguin,
L’âme romantique et le rêve
; de Maurice Blan­
chot,
L’espace literaire,
minuciosamente subrayados, y los subversivos textos
de André Breton o Georges Bataille. Algunas ausencias notables de nuestra
lengua: Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Camilo José Cela, entre los
españoles; Alejo Carpentier (de quien sólo tiene
El acoso
), Gabriel García
Márquez, Mario Vargas Llosa, entre los latinoamericanos. Algunas presen­
cias recurrentes: todos los dráculas imaginables, acompañados de decenas
de historietas de misterio de desiguales calidades, y varios ejemplares, en
español y en francés, de la novela
Las Hortensias
de Felisberto Hernández,
como si Cortázar los hubiera comprado al por mayor para obsequiarlos a
sus amigos.
Apoyado en las pesquisas de Blanca Berasátegui, revisé los libros de los
que ella da cuenta en su artículo: las obras de Octavio Paz, Elena Garro, Pa­
blo Neruda, Luis Cernuda, José Lezama Lima, y otros más que el narrador
argentino también subrayó y anotó profusamente: las obras de Felisberto
Hernández, César Vallejo, Carlos Fuentes.
La admiración que Cortázar le profesa a Paz, de quien tiene casi todos
los títulos publicados hasta entonces, no le impide manifestar sus desacuer­
dos. Su ejemplar de
El
arco y la lira
está abigarrado de la palabra
NO
en los
márgenes, escrita con tinta roja y mayúsculas compactas, y referida, en la
mayoría de los casos, a la práctica asaz recurrente del poeta mexicano de
yuxtaponer asertos contradictorios con el objeto, tan caro a los surrealistas,
de abolir las antinomias que dividen en compartimentos estancos nuestra
percepción de la realidad, como las que plantea desde el comienzo del li­
bro a propósito de la poesía: “Pura e impura, sagrada y maldita, popular
y minoritaria, colectiva y personal, desnuda y vestida…” Cortázar escribe:
“Brillante, sí, ¿y qué?, ¿dónde la salida, el tercer camino, la síntesis defini­
tiva, el salto sintético?”
En la primera página de
¿Águila o sol?,
y seguramente en referencia espe­
cífica al texto de 1949 titulado “Trabajos forzados” que abre el volumen,
Cortázar expresa su distanciamiento del poeta: “Es muy hermoso, Octavio,
pero es un lenguaje del que hay que despedirse. Yo ya lo hice, al menos, con