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eulalio ferrer
vo el propio Verne, la gloria literaria que le espera a la vuelta de unos pocos
años, y no precisamente como autor teatral.
Instalado olgadamente en la capital francesa, Julio Verne goza a sus an­
chas las seducciones y los privilegios de la vida parisiense. Su título de abo­
gado le sirve principalmente para ampliar sus relaciones sociales con un
objetivo irrenunciable y contumaz: triunfar como autor teatral. Escribe de
noche y de día. Acumula vodeviles y comedias; margina textos en prosa,
igualmente, como anticipos imaginativos en espera de ocasiones propicias.
Nada detiene su pluma tan veloz como su pensamiento. Ni siquiera su hi­
pocondría y su agorafobia. Padece una ligera parálisis facial, que lo obliga a
rasurar la barba que ha de ser emblema de su rostro noble a lo largo de su
existencia. Se queja con su madre, a quien recurre para cubrir sus necesida­
des económicas y las de sus males intestinales. Pero su indomable voluntad
–la voluntad de la gloria– vence sus agobios físicos y las resistencias de un
medio difícil que lo atrae y lo deslumbra. El teatro, no lo duda, lo hará fa­
moso y rico. El que lo duda es su padre, al que el hijo le escribe con no poco
orgullo: “Porque sé quién soy, comprendo lo que seré algún día”.
El Teatro Lírico, fundado por Dumas padre, se transforma en el Teatro
Histórico, adscrito al entorno del Teatro de la Ópera. Recomendado por
un amigo, Julio Verne labora como secretario, sin retribución económica
alguna. Será, sin embargo, canal de facilidades para el estreno de sus obras.
Así, introduce una ópera cómica
La cuadrilla de la mejorana
, que ha escrito
en colaboración con Michel Carré, con música de Aristide Hignard, y otra,
más ambiciosa, totalmente en verso, que tituló primero
Leonardo da Vinci
y
Mona Lisa,
después. Triunfa con la ópera cómica, en un acto,
La gallina
ciega
tras de muchos ensayos y aplazamientos se le abrirán las puertas so­
ñadas del Odeón, en cuyo teatro se repone
El envite,
aquella primera obra
suya que se estrenó sin pena ni gloria. Al mismo tiempo, Julio Verne ha
encontrado un hueco en la revista, bastante acreditada,
Museé des familles,
en la que llegará a ser redactor en jefe. Debemos a la estupenda biografía de
Herbert Lottman, biógrafo también de Baudelarie, un dato curioso y quizá
desconocido: la primera obrita en prosa que Verne publica en esta revista,
tema de sus futuras dedicaciones, es una mezcla de realidad y fantasía que
trata de los primeros barcos de la marina mexicana, a partir de una fecha,