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recordando a julio verne
o cabida en sus
Obras completas,
como
Archipiélago de fuego
,
Aventuras de
tres rusos y tres ingleses
,
La caza del meteoro
,
La conspiración de la pólvora
,
El
Chancellor
,
Invasión del mar
,
Recuerdos de infancia y juventud
,
Testamento de
un excéntrico
… Se calcula que, a su muerte, Julio Verne dejó nueve manus­
critos terminados y apuntes de otros tantos. Se ha acusado a su hijo Michel,
el único que tuvo con Honorina, de haber intervenido o escrito esos textos
finales de acuerdo con editores oportunistas o poco escru­pulosos. Muy re­
cientemente se han publicado los originales verdaderos de
París en el siglo
xx
y
El volcán de oro,
dos lecturas deliciosas. Si sumáramos los comentarios
críticos y los ejemplares vendidos, quizá sea válida la trilogía triunfal en la
obra de Julio Verne:
La vuelta al mundo en 80 días
,
Miguel Strogoff
y
Veinte
mil leguas de viaje submarino.
Ya triunfador como novelista, quizá porque algunas de sus obras corres­
ponden a ideas o inquietudes que acarició en su difícil aventura de autor
teatral, Julio Verne quiso dejar su huella, también, en los escenarios de este
género que se le negaron, acaso como reivindicación o como castigo. Baste
con recordar las adaptaciones al teatro de
Los hijos del capitán Grant
y, sobre
todo,
La vuelta al mundo en 80 días
, estrenada con impresionante acogida
del público, en 1873, recorriendo los principales escenarios del planeta
(sólo en Bélgica se representó más de 500 veces). Posiblemente el éxito fue
superado por la adaptación teatral de
Miguel Strogoff,
en cuyo montaje se
puso especial cuidado. Es indicativo de ello que dicha pieza fuese estrenada
en el principal teatro de París, Le Chatelet, con sus más de 3 000 butacas, el
17 de noviembre de 1880, manteniéndose en escena durante un año. Una
obra dividida en cinco actos y 16 cuadros, excelentemente musicada y con
desfiles vistosos de grupos de bailarines tártaros y zíngaros. Además, Julio
Verne se dio tiempo para escribir algunas comedias como
Viaje a través de
lo imposible
y
Matías Sandorf.
Obviamente, el crédito de gran autor teatral
envanecería a Julio Verne hasta el último minuto de su vida.
Sin dejar de escribir, pese al agotamiento de su vida y de sus ojos enfer­
mos, Julio Verne muere de diabetes terminal en la ciudad de Amiens, el 24
de marzo de 1905, recibiendo honores militares en su sepelio. Acababa de
cumplir 75 años de edad y soñaba con un canal que atravesara el Sahara.
La noticia de su fallecimiento conmueve a Francia y es noticia internacio­