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formación del estado y evolución nacional en el xix
A falta de un proyecto propio, México tuvo que inventarse uno ajeno:
El destino que México sentía como propio era […] sumarse a la trayectoria
progresista de los pueblos liberales […] Pero como no había acuerdo […] la
nación se desintegraba. Fueron, sin embargo, las provincias mismas las que en
su rebeldía propusieron una solución al levantar la bandera en pro del sistema
federal.
7
S
i el centralismo contaba en su favor con la inercia histórica, se le oponía
un obstáculo muy próximo: el fracaso del imperio.
Era la magia republicana la que ahora presagiaba prosperidad y libertad,
y, para un pueblo sojuzgado y miserable, un nuevo camino que, aunque
inquietante, era sumamente atractivo. La magia de la Ley de Leyes obraría
milagros. Sin embargo, fray Servando exhorta para oponerse al ruido y a
la turbulencia, porque ahogan a la razón: “Al pueblo –dice– se le ha de
conducir, no obedecer. Sus diputados no somos mandaderos que hemos
venido aquí a tanta costa y de tan largas distancias para presentar el billete
de nuestros amos. Para tan bajo encargo, sobran lacayos en las provincias o
corredores de México…”.
8
Pocas veces se han escuchado en los recintos parlamentarios de México
palabras tan erguidas y tan llenas de dignidad: “Venimos al Congreso Ge­
neral para ponernos como sobre una atalaya desde donde, columbrando el
conjunto de la Nación, podamos proveer con mayor discernimiento a su
bien universal”.
9
El México que produjo la Constitución de 1824 se encontraba, como ha
dicho certeramente Francisco Javier Gaxiola: “Entre el convento y la logia,
entre los estados y el centro, entre los pretorianos y el pueblo, entre el orden
y la libertad, entre el pasado y el porvenir”.
10
Esas fueron las contradiccio­
se señaló que a los diputados les preocupaba que se favoreciera la concentración de tierras en manos
del clero (María Luna Argudín,
El Congreso y la política mexicana
, p. 475).
7
Ibidem
, cuadro I. 6.
8
Enrique González Pedrero,
País de un sólo hombre
, p. 295.
9
Ibidem
.
10
Francisco Javier Gaxiola,
Las primeras instituciones políticas en México
, Cultura, México, 1936,
p. 105.