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Una interpretación de estos hechos propone: “el liberalismo y el federa­
lismo son un conjunto de principios que paulatinamente fueron definién­
dose y dando forma al Estado-nación”.
12
Y se asienta la Cámara de Dipu­
tados como representativa de los ciudadanos y el Senado como responsable
de los intereses de las regiones.
Cabe apuntar que el Constituyente de 1856 definió las funciones del Con­
greso disponiendo que el Poder Legislativo dictaminaría la acción del pre­
sidente por conducto de la actividad legislativa.
Más aun, la Federación, carente de recursos financieros durante la pri­
mera mitad del siglo xix, se endeudó, y para corregir tal situación el proyec­
to de Constitución –con el objeto de evitar la dispersión estatal– prohibiría
a los estados emitir deuda estatal o establecer aduanas interestatales, para
dar lugar a un federalismo armónico.
Así, el Congreso introdujo en la Constitución la Ley Juárez, que abolió
los fueros eclesiástico y militar y estableció la igualdad de los ciudadanos.
Y, más aun, incorporó a la Ley Lerdo la nacionalización de los bienes de
las corporaciones-entidades religiosas y cofradías, entre otras. Estas medidas
anticorporativas abolieron los fueros eclesiástico y militar y fortalecieron la
igualdad jurídica de los ciudadanos, de tal manera que ninguna persona o
entidad podría ser regida por leyes especiales. Por fin, el poder eclesiástico
se vio supeditado al gobierno. Sin duda este fue un avance muy impor­
tante. De esta manera, el ejército dejó de ser una corporación poderosa e
independiente y pasó a estar subordinado al poder constitucional.
En suma, la Constitución de 1857 estableció que el ejército dejó de ser
una corporación y pasó a estar sujeto al orden constitucional. Incluso se
legisló sobre el particular, quedando la obligación de publicar y hacer cum­
plir las leyes federales.
En la Constitución de 1857 la soberanía nacional ya se basaba en el pue­
blo, toda vez que el ciudadano participaba en la dirección nacional con su
voto en los cargos de elección popular.
Como la Cámara aprobaba el presupuesto y los ingresos correspondien­
tes, tomaba en cuenta que las contribuciones no fueran excesivas ni en­
12
Charles A. Hale,
La transformación del liberalismo en México a fines del siglo
xix
, fce, México,
1991. María Luna Argudín,
El Congreso y la política mexicana
, p. 17.
leopoldo solís manjarrez