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víctor hugo rascón banda
laya, Luis Eduardo Reyes, Hugo Salcedo, Jaime Chabaud, Silvia Peláez,
Sylvia Mejía) que siguen las líneas y preocupaciones temáticas de las gene­
raciones precedentes de un teatro de contenido social y político.
Tomás Urtusástegui, que surge de los talleres de Hugo Argüelles y Vi­
cente Leñero, es un autor tan prolífico que ha escrito más de 200 obras,
entre teatro breve y de duración convencional.
Ignacio Solares, narrador excelente y eficaz funcionario de la cultura,
sorprendió con su aparición como dramaturgo (
El jefe máximo, Desenlace,
El gran elector, La moneda de oro
e
Infidencias
). Su teatro de la palabra, cer­
cano a la literatura, se adelantó a la corriente actual del teatro mexicano,
que se caracteriza por un teatro narrativo que recupera su origen griego.
Solares ha hecho una feliz mancuerna con José Ramón Enríquez y An­
tonio Crestani (también magnífico actor y funcionario cultural), directores
que han entendido la teatralidad de su teatralidad.
Estela Leñero es un caso aparte entre las dos generaciones mencionadas;
escribe un teatro innovador que experimenta con el silencio (
Insomnio
) o
con el espacio (
Habitación en blanco
); sus tres recientes obras (
Lejos del co-
razón, Sabor amargo
y
Agua sangre
) muestran la madurez de esta autora que
puede experimentar con tiempos, espacios y universos.
Leonor Azcárate, una escritora sensible y talentosa, escribe un teatro
simbólico que se ve poco en los escenarios. María Muro, compañera de
su generación, ha hecho de su Jerez natal de los años treinta y cuarenta el
universo de sus obras.
A finales de los años noventa y en el 2000, la dramaturgia se enrique­ce
con una nueva generación formada por Luis Ortiz Monasterio (un exito­so
teatro irreverente); por María Moret, autora y directora que ha dado voz a
las mujeres reclusas y a las mujeres ofendidas. Edgar Chías (teatro urbano
y crítico), Ximena Escalante (con referencias al teatro clásico y temas bíbli­
cos), Flavio González Mello (teatro antihistórico como el de Usigli, pero
con innovaciones de vanguardia) y Alejandro Román (con obras sobre el
narcotráfico).
Dramaturgos del Norte, Jorge Celaya (
Lobo, Bar, Desierto, Búfalo he-
rido
), Antonio Zúñiga (
Los niños de la bola
) y Bárbara Colio (
Pequeñas
certezas
), estrenan sus obras en la ciudad de México con éxito.