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un acto de fe
franquistas, y fue asesinado cuando estaba a punto de viajar a México, lo
que le hubiera salvado la vida.
En Estados Unidos las cosas no han sido distintas. En los años cincuen­
ta, en la época del macarthismo se persiguió a los actores y escritores de cine
y de teatro. Arthur Miller escribe
Las brujas de Salem,
mujeres per­seguidas,
una metáfora sobre la persecución de los artistas, sin que el comité del se­
nador McCarthy lo percibiera.
En los años sesenta, el teatro campesino de Luis Valdés surgió en Ca­
lifornia como una forma de denuncia de la situación de los trabajadores
agrícolas y para apoyar sus movimientos de huelga.
En México, las censuras y agresiones al teatro se inician con la revista
política mexicana, género teatral creado por los mexicanos para poder ex­
presar noticias prohibidas en los periódicos, por medio de coplas, de bailes,
de diálogos ingeniosos, que aunque parecía que se referían a otros asuntos,
el público entendía perfectamente de lo que se estaba hablando. Ahí están
El país de la metralla
y
Chin Chun Chan
para recordarnos que al teatro no
se le puede amordazar.
Llega
El gesticulador
, de Rodolfo Usigli, que desnuda los mecanismos
corruptos del sistema político imperante, y el gobierno se alarma e intenta
evitar su estreno, el cual, ante el escándalo y la posición firme de Usigli, se
efectúa en el Teatro del Palacio de Bellas Artes, cuando era presidente de
la República Miguel Alemán y director del teatro de Bellas Artes el com­
positor Carlos Chávez. La obra, dirigida por Alfredo Gómez de la Vega,
causó conmoción en la ciudad de México y en el país, y es ahora la obra
emblemática del teatro mexicano, habiéndose representado miles de veces
en México y en el extranjero.
El caso más representativo de represión teatral lo constituye
Cúcara y
Mácara,
de Óscar Liera, dirigida por Enrique Pineda, con un grupo vera­
cruzano que se presentó en el teatro Juan Ruiz de Alarcón. ¿La historia? Un
día, un bombero daña la imagen de la Virgen de Guadalupe de la Basílica,
y como esto no puede ser posible (¿dónde está su poder?) los sacerdotes y
jerarcas religiosos discuten cómo resolver el problema y hay una solución
ingeniosa que aportan dos monjas, quienes proponen traer una réplica de
la imagen guadalupana de un convento de Zacatecas.