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El domingo 28 de junio de 1981, a las 19:00 horas, en el teatro Juan
Ruiz de Alarcón de la unam, al grito de
¡Guadalupanos!,
se levantó de las
butacas un grupo de jóvenes con tubos de metal, cadenas y chacos, subió al
escenario y dejó mal heridos gravemente a los actores y al director. Nunca
se supo quién patrocinó la agresión y los atacantes no fueron castigados.
Esto, más que un acto de censura que sólo cierra los teatros, va más allá y
pretende acabar con la vida de la gente de teatro.
El autor más censurado en la historia de México es mi maestro Vicente
Leñero. Su obra
El juicio,
sobre el asesinato de Álvaro Obregón, tuvo pro­
blemas de censura y los tuvo también una obra no política como
Pueblo
rechazado,
sobre el caso de Lemercier y su psicoanálisis aplicado a los sacer­
dotes. La Iglesia presiona al gobierno y este trata de suspender la obra en el
teatro El Granero y le pone toda clase de obstáculos.
Todavía en 1981, Leñero fue censurado desde la Cámara de Senadores
y la Presidencia de la República por la obra
El martirio de Morelos,
dirigida
por Luis de Tavira en el teatro Juan Ruiz de Alarcón de la unam.
La autonomía de la unam permitió la representación, pero los ataques y
las presiones del poder no cejaron durante la temporada.
El presidente de la Cámara de Senadores calificó al autor, al director y a
los actores como “perros de presa” por mostrar otro rostro de Morelos. El
actor y director Ignacio Retes le respondió: “Mejor ser perros de presa y no
perros falderos”.
Otro caso de censura contra un texto de Vicente Leñero fue
Nadie sabe
nada,
dirigida por Luis de Tavira en el teatro El Galeón. Era un experimen­
to con espacios simultáneos. El público escogía qué espacio ver, aunque no
fuera en estricto orden de tiempo.
La obra mostraba la persecución de un hombre que había robado docu­
mentos confidenciales del escritorio del presidente de México y al intentar
venderlos a un periódico o a algún interesado se provocaban persecuciones,
asesinatos y traiciones.
¿Cuál era el problema? Que la actriz Martha Navarro, que representaba a
la procuradora de Justicia del Distrito Federal, portaba una mascada seme­
jante a la usada como sello personal por la verdadera procuradora, Victoria
Adatto.
víctor hugo rascón banda