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la formación del español novohispano y la gramática del español
La pregunta que surge entonces es cómo se produjo el proceso de estan­
darización y generalización de la lengua española en la Nueva España, ca­
rente durante todo el virreinato de gramáticas del español reguladoras de la
norma. ¿Cómo se llegó al español culto y popular mexicano que hoy nos
caracteriza y nos da identidad? Para comprenderlo, es indispensable tomar
en cuenta tres hechos:
1. En primer lugar, el
fuerte influjo de la oralidad.
En efecto, durante el
siglo xvi en la Nueva España se produce una normativización y autorre­
gulación de la lengua administrativa y coloquial desde la oralidad, desde la
comunicación inmediata. No debemos olvidar en este punto la conocida
afirmación de Juan de Valdés en su
Diálogo de la lengua,
escrito hacia 1535,
“el estilo que tengo me es natural, y sin ninguna afetación escrivo como
hablo; solamente tengo cuidado de usar de vocablos que sinifiquen bien
lo que quiero dezir, y dígolo quanto más llanamente me es possible [...]”.
Basta recordar la obra de Bernal Díaz del Castillo, plagada de rasgos de
oralidad, o las propias cartas de Hernán Cortés, llenas de voces cotidianas,
amén de la documentación administrativa colonial, plena también de ras­
gos de oralidad.
2. En segundo lugar, se produce en el siglo xvi un buen número de
tra-
ducciones de los autores clásicos
latinos y griegos; esas traducciones llegan a la
Nueva España y se convierten en autoridad y modelo lingüístico, y contri­
buyen enormemente a la seguridad de la conciencia lingüística.
3. Por último, aunque no llegan ni se producen gramáticas del español
durante el virreinato, sí sabemos, a través de los inventarios de libros traí­
dos a la Nueva España, que llegó a nuestro país
la literatura española de los
siglos precedentes,
especialmente del siglo xv, la cual, a su vez, se convierte en
autoridad y modelo estandarizador. Estos tres hechos contribuyen a que la
capital de la Nueva España se convierta en modelo de irradiación y moda
lingüística para Centroamérica y otros espacios americanos. Ese centro de
irradiación lingüística no fue homogéneo, sino que incorporó tres culturas,
tampoco homogéneas en su interior: la clásica grecolatina, muy especial­
mente a través de las traducciones realizadas en el siglo xv y el Renacimien­
to; la española, con un nada desdeñable caudal de variación dialectal, y la
indígena mesoamericana, constituida a su vez por varias lenguas.