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“Hace falta un Platón mexicano, pues los latinoamericanos, en tanto filó­
sofos, estamos apenas en nuestra etapa presocrática”, añade el autor (p. 7).
Platón era de noble estirpe, pues se remontaba, por su padre, hasta Codro,
el último rey de Ática. Y, por el segundo matrimonio de su madre viuda,
hasta el estratega Pericles (p. 1). Luego de amplios viajes de estudio por
Egipto (con larga permanencia en Heliópolis y en Cirene), acaba Platón
por establecer casa a una milla de la Doble Puerta (Dípylon) de Atenas. Esa
casa con jardín la dedicó Platón a su protector, el héroe Academo. De ahí
el nombre de
Academia.
Escribe don Antonio que fue tan novedosa y lon­
geva esa institución de Platón, que se ha vuelto el prototipo de todo plantel
universitario en Occidente.
Esa escuela filosófica, firme fusión de pitagorismo y socratismo, mantu­vo
una duración inverosímil en la misma sede. La creó Platón a sus 40 años, a
su regreso de Egipto, y la dirigió por otros 40 hasta su muerte cerca del 400
a. C. Y la sucesión de sus rectores, a partir de Espeusipo, sobri­­no del propio
Platón, “la conocemos tan bien, o poco menos –dice don Antonio–, como
la historia de la Sorbona” (p. 29). Sólo desaparece en el 550 d. C., por
capricho del emperador Justiniano. Había durado casi nueve siglos. Ahora
bien, la creación filosófica de Platón fue la serie más famosa de
Diálogos
que se recuerde. “Diálogos”, o sea divertimientos o pasatiempos (
paidiá
) que
durante 25 siglos han sido una base suprema de enseñanza (
paideía
). “Así
es de evasiva la verdad –insiste Gómez Robledo–. La filosofía no es una
colección de ensayos escritos, sino un continuo trabajo de dialogar y de
pensar”. Para catalogar esos Diálogos de Platón, a Gómez Robledo le gusta
el sistema de Trasilo, que distribuye los 36 Diálogos en nueve tetralogías,
que evocan las series de cuatro tragedias del teatro de la edad de oro ate­
niense (p. 66).
Algo similar hace Wilamowitz para sondear los contenidos de todos los
Diálogos con un método histórico-sistemático. De ahí los seis vastos capí­
tulos del volumen de don Antonio, que van desarrollando los “seis magnos
temas” que dan título a su libro memorable: 1º la virtud; 2º las ideas; 3º el
alma; 4º el amor; 5º la educación; 6º el Estado. Desentrañando los mil y un
esplendores de esos seis temas construyó don Antonio su
magnum opus
de
620 apretadas y fascinantes páginas. Toda una enciclopedia platónica. ¡Que
don antonio gómez robledo, sabio jurista y filósofo