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“Porque Dios es el bien del intelecto, por ser la verdad absoluta” (
El caso
Lefevre,
pp. 66 ss).
Y también conoce don Antonio el caso de Hans Urs von Balthasar,
quien elaboró un libro titulado
L´enfer, une question
(
El infierno es una
incógnita
). Y cuenta nuestro maestro que Juan Pablo II envió al autor el
capelo cardenalicio, mas el destinatario no lo alcanzó a recibir por haber
sucumbido en el intermedio a una crisis cardiaca (
ibidem
, p. 68). Son los
caminos de la Providencia.
Luego, volviendo a Dante, Virgilio se despide de él tras ascender por
toda la montaña del purgatorio y le dice estos versos de Dante, quien tenía
siempre la conciencia del fuego real para el castigo de los malvados:
Adesso
il temporal fuoco e l’eterno / Veduto hai, figlio
[Ya el fuego temporal y el fuego
eterno / has visto, hijo].
En otro punto, don Antonio se refiere a que “la salvación es ante todo
obra de la gracia divina”. ¿Y qué mejor argumento que un terceto del terri­
ble
Dies irae
?:
Rex tremendae majestatis,
qui salvandos
salvas gratis:
Salva me, fons pietatis
.
Esto es:
Rey tremendo en majestad,
que nos salvas
por bondad:
¡Favor!, fuente de piedad.
Gómez Robledo vierte luego en buena prosa “la existencia de aquel segun­
do reino donde, en palabras del Sumo Poeta, púrgase el espíritu humano y
se hace digno de entrar al cielo”. Así interpretaba él lo que Dante cantaba
así:
E canterò di quel secondo regno / dove l’umano spirito si purga / e di salire
al ciel diventa degno
.
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