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Y el Purgatorio de Dante termina con el inmortal verso:
Puro e disposto a
salire alle stelle
(p. 86). [Puro y dispuesto a escalar las estrellas].
Y si en este capítulo, don Antonio cita la conocida máxima de Cicerón
Summum jus, summa injuria,
no podía dejar de darnos el rotundo alejan­
drino de François Arouet:
Un droit poussé trop loin devient una injustice
(p.
134), que yo vierto: “Si has forzado el derecho, una injusticia has hecho”.
¿Y qué hay del padre maestro Alonso? Simplemente fray Alonso de la
Veracruz es la luz suprema de nuestra universidad, como que es autor del
primer curso completo de filosofía creado en América.
Su solidez destaca desde los títulos que da a cada libro. A la lógica formal
la denomina
Summularum recognitio.
A la lógica mayor la apellida
Dialec-
tica resolutio.
A la cosmología la titula
Physica speculatio.
Y el sector más
arduo de la ética lo denomina
Speculum conjugiorum.
Recapitulemos sus temas capitales en un cuarteto, proclamando:
Donde a España ciñó a su patrocinio
la encerró en su Relectio de dominio.
Y –señorial– ejercitó su celo
labrando el tutelar
De justo bello.
Ahora comprendemos la admiración de don Antonio hacia fray Alonso,
pues ha tomado de él el nombre para su hijo mayor, el jurista Alonso Gó­
mez Robledo. Por ello ha dedicado a la obra de fray Alonso su sólido volu­
men titulado
El magisterio jurídico y filosófico de Fray Alonso de la Veracruz
(Porrúa, 1984). Cuando don Antonio hablaba en el “mate” de ese libro
suyo, sonreía tan efusivamente, que nos parecía verlo rejuvenecer. Enton­
ces le comentábamos a nuestro jurista mayor que, en esa laica y libérrima
Facultad de Filosofía y Letras de la unam, la gloria del agustino inmortal
está encumbrada en la estatua de cantera que resiste a las tempestades en el
jardín de dicha Facultad, según el clásico hexámetro:
Alios ventos vidi alias-
que procellas
[Yo he oteado otros tantos vientos y otras tormentas]. Además,
triunfa el magno expositor en lo más profundo de la misma Facultad, dan­
do su nombre al Aula Magna titulada “Fray Alonso de la Veracruz”. Esa
perennidad del agustino genial ha quedado vibrando en la conversación
don antonio gómez robledo, sabio jurista y filósofo