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Aurelio en la cúspide, por haberlo apeado el papa Pío V para poner en su
lugar a san Pablo… Suplantación desatentada”. Dice Gómez Robledo que
Marco Aurelio es un perfecto prototipo del pensador estoico que avanza
paralelo a los primeros cristianos. Al respecto escribe: “En todo el mundo
había un ansia de renovación moral y religiosa, un frémito místico que
irrumpe por vez primera en la égloga mesiánica del divino Mantuano”:
Jam
nova progenies caelo demittitur alto
[Ya estirpe renovada / del cielo es acá
enviada] (Introducción, p. xlvi). Con ello coinciden diversas sentencias de
Marco Aurelio, como estas:
Cerca está el tiempo en que todos
de ti se hayan olvidado,
y a ellos todos, en ti absorto,
con olvido habrás pagado…
La gloria póstuma ha sido
nada menos que el olvido (VII, 21).
Humo, ceniza, leyenda,
o ni siquiera leyenda (XII, 27).
Por ello, el mayor épico neolatino de América en el siglo xx, nuestro co­
lega académico en Cuernavaca, Francisco José Cabrera, ha denominado a
Marco Aurelio “Una especie de Kempis de la antigüedad”. En otro pasaje
memorable dice don Antonio:
es el incidente tragicómico de la sublevación de Avidio Casio, lugarteniente del
emperador, cuando, en su campaña de Siria contra los partos, ya lo daban por
muerto tras grave enfermedad.
Entonces su esposa, la emperatriz Faustina, le escribe a Avidio Casio ofre­
ciéndole su mano y la púrpura en caso del fallecimiento del regio cónyuge.
El ambicioso Avidio de inmediato da por muerto a Marco Aurelio y declara
haber sido proclamado emperador por sus legionarios.
Mas, cuando se supo que Marco Aurelio estaba vivo y sano, los legiona­
rios degollaron a Avidio y enviaron al emperador la cabeza para alcanzar
don antonio gómez robledo, sabio jurista y filósofo