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Porque Abel Martín no ha superado, ni por un momento, el subjetivismo de su
tiempo, considera toda objetividad propiamente dicha como una apariencia,
un vario espejismo, una varia proyección ilusoria del sujeto fuera de sí mismo.
Pero apariencias, espejismos o proyecciones ilusorias, productos de un esfuerzo
desesperado del ser o sujeto absoluto por rebasar su propia frontera, tienen un
valor positivo, pues mediante ellos se alcanza
conciencia
en su sentido propio, a
saber o sospechar la propia heterogeneidad, a tener la visión analítica –separan­
do por abstracción lógica lo en realidad inseparable– de la constante y quieta
mutabilidad.
10
Hay un trabajo de desubjetivación. Pero se trata siempre de una metafísica
subjetivista encerrada en sí misma. Las formas que llama de objetividad
son sólo aparentes, y también las denomina “los reversos del ser”. Frente
al pensamiento homogeneizante, hay que devolverle al ser su inagotable
heterogeneidad. Todo surge de un Dios que se es, uno absoluto que, por
serlo, no crea nada, antes bien, crea la nada, la cual es la que permite esa
heterogeneidad. Martín envuelve eso en este soneto:
Cuando el
Ser que se es
hizo la nada
y reposó, que bien lo merecía,
ya tuvo el día noche y compañía
tuvo el hombre en la ausencia de su amada.
Fiat umbra!
Brotó el pensar humano.
Y el huevo universal alzó, vacío,
ya sin color, desustanciado y frío,
lleno de niebla ingrávida, en su mano.
Toma el cero integral, la hueca esfera,
que has de mirar, si lo has de ver, erguido.
Hoy que es espalda el lomo de tu fiera,
y es el milagro del no ser cumplido,
brinda, poeta, un canto de frontera
a la muerte, al silencio y al olvido.
11
ontología y poesía en antonio machado
10
Obras
, p. 305.
11
Obras
, p. 311.