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Dios, que es el ser que se es, creó la nada, para que hubiera diferencia y
pudieran existir las cosas. Por ello supera el panteísmo y, por ende, el puro
nihilismo, y con su postulación del otro, del polo de esa diferenciación,
supera el nihilismo y, de la misma manera, el subjetivismo idealista.
Juan de Mairena
El otro personaje a través del cual Machado expone su filosofía es Juan de
Mairena. Este es descrito por Machado como filósofo y retórico. Nacido
en Sevilla, igual que su maestro, Abel Martín, pero 15 años después, en
1865, y muerto en Casariego de Tapia en 1909. Muere aun más joven
que Martín, a los 44 años, ya a comienzos del siglo xx. Claramente es más
moderno, e incluso Machado lo pone como anticipo de Bergson, de la fe­
nomenología y de Heidegger. Mairena había escrito, entre otras cosas, una
Vida de Abel Martín,
ya que se mostraba siempre devoto de su maestro,
y un tratado metafísico:
Los siete reversos,
que también es tributo a aquel,
pues continúa uno de sus temas preferidos. Es el tema de los pliegues del
ser. Pero, como señala Machado, en Mairena no sólo hay devoción a su
maestro, sino también ironía y hasta sarcasmo, pues toda generación nueva
admira y rechaza a la anterior, la ama y la odia.
Su lema principal es el siguiente:
Todo poeta –dice Juan de Mairena– supone una metafísica; acaso cada poema
debiera tener la suya –implícita–, claro está –nunca explícita–, y el poeta tiene
el deber de exponerla, por separado, en conceptos claros. La posibilidad de
hacerlo distingue al verdadero poeta del mero señorito que compone versos.
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Mairena, pues, continúa a Martín. De él recoge que Dios es el ser absoluto
que crea la nada. Por ello, todo es apariencia del ser. No hay razón para
distinguir lo aparente de lo real. De ahí que no haya problema del ser, de lo
que aparece, sino del no ser, de lo que no aparece.
mauricio beuchot
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Ibidem
, p. 322.