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A veces Mairena da la impresión de que alcanza a superar (al menos un
poco más) el subjetivismo que su maestro, también en la vía de la otredad,
de la alteridad, en su caso por el recurso a la caridad cristiana:
Como mónada filial y fraterna se nos muestra en intuición compleja el yo cris­
tiano, incapaz de bastarse a sí mismo, de encerrarse en sí mismo, rico de alteri­
dad absoluta: como revelación muy honda de la incurable “otredad de lo uno”
o, según expresión de mi maestro, “de la esencial heterogeneidad del ser”. Pero
dejemos esto para ser tratado más largamente en otra ocasión.
27
Este reconocimiento de la alteridad era un esfuerzo por superar el solipsis­
mo y el subjetivismo.
De los neokantianos, Mairena decía:
En nuestros días –Mairena alude a los suyos– hay una escuela de neokantianos
o tornakantianos cuya especialidad es comprender a Kant mejor que Kant se
comprendía a sí mismo. Lo que no es –digámoslo de paso– ningún propósito
absurdo.
28
Por eso Mairena la emprende contra la noción de sustancia, que es lo que,
en lo que se mueve, no se mueve, lo cual juzga contradictorio; pero tam­
bién rechaza a los nuevos físicos, que sólo habían dejado el movimiento:
Queda, pues, jubilada la sustancia y, consecuentemente, el movimiento de la
sustancia. Pero nos quedamos con el movimiento, un movimiento puro, puro
de toda sustancia; un movimiento en que nada se mueve, ni la nada misma.
¡Oh, la nada, naturalmente, menos que nada!
29
Alcanza uno a captar aquí un esfuerzo de Machado por integrar ambas
cosas: movimiento y sustancia, y no caer en el extremo de sólo aceptar uno
de los dos elementos.
ontología y poesía en antonio machado
27
Ibidem
, p. 481.
28
Ibidem
, p. 497.
29
Ibidem
, p. 499.