El término observatorio se utiliza para referirse a una organización o un proyecto dedicado al estudio de palabras que surgen entre los hablantes, poco conocidas o no registradas hasta el momento y que, por ello, requieren un estudio que permita conocer los contextos de uso, comprender sus significados y, en algunos casos, emitir alguna recomendación al respecto.
Natividad Enjunto, en su ponencia Razón de ser de los observatorios (en línea: https://plataformavoluntariado.org/wp-content/uploads/2018/10/razon-de-ser-de-los-observatorios.pdf), define el término observatorio como ‘un organismo creado por un colectivo, con el fin de seguir la evolución de un fenómeno, normalmente de carácter económico o social, desde una posición ventajosa’. En la lingüística se manifiestan observatorios generalmente aprobados por instituciones relevantes, como la Real Academia Española (RAE), que cuenta con el Observatorio de Palabras (en línea: https://www.rae.es/portal-linguistico/observatorio-de-palabras) que “ofrece información sobre palabras (o acepciones de palabras) y expresiones que no aparecen en el diccionario, pero que han generado dudas: neologismos recientes, extranjerismos, tecnicismos, regionalismos, etcétera”.
Además del observatorio de la RAE, existen el Observatorio Lingüístico Centroamericano (OBLINCA) y el Observatorio Cervantes, que tienen repositorios de palabras y objetivos diferentes, respectivamente.
El empleo del término observatorio, referido a un ámbito social, se documenta desde 1962 con Robert C. Wood. Sin embargo, Noel Angulo Marcial, en su artículo ¿Qué son los observatorios y cuáles son sus funciones? (en línea: https://www.redalyc.org/pdf/1794/179414895002.pdf), destaca el hecho de que el término se ha puesto de moda y se ha sido utilizado con mayor frecuencia recientemente, en lo que va de este último siglo.
Finalmente, no documentamos registro de otras voces o frases alternas que puedan emplearse como sinónimo de observatorio lingüístico.