Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
TODOS CONOCEMOS LOS PROBLEMAS que tienen que resolver los locutores deportivos para no dejar de articular palabras, a veces por espacio de más de una hora. Aun si el espectáculo deja mucho que desear, el narrador debe hablar, se ve precisado a decir algo. Quizá ello explique el que, para evitar repetir cientos de veces el mismo vocablo, hagan gala de su creatividad para inventar (o, mejor, para alternar en su relato) sinónimos y metáforas, muy conocidos del público y casi siempre poco felices: así, en el futbol el balón se convierte en el esférico o en la de gajos, la portería en el arco o la cabaña, el público en el respetable o el jugador número doce y el árbitro en el de negro o el nazareno.
        Podría pensarse que cuando uno de estos locutores de televisión dice algo así como "en esta toma podrá usted apreciar que el equipo visitante se encuentra ya en la cancha" está empleando el verbo apreciar como uno más de los sinónimos con los que pretende hacer más amena su crónica y que vale ahí lo mismo que ver, mirar, observar, darse cuenta, percibir... Vale la pena, sin embargo, señalar que en este caso lo que sucede es que está usando un verbo por otro y no un sinónimo de esas voces. Apreciar no es exactamente lo mismo que ver.
        En su forma misma puede notarse que apreciar tiene como primer significado el de 'asignar precio a algo', y de allí procede su más común valor actual, figurado, de 'reconocer y estimar el mérito de las personas o las cosas': "aprecio tus virtudes", por ejemplo. En algunos diccionarios se asignan otros valores semánticos a apreciar. Se dice, por ejemplo, que equivale a 'percibir cierta cosa observable', como en "el médico le apreció la fractura del cráneo" (definición y ejemplo de María Moliner). Creo, por mi parte, que para el empleo propio de este verbo, de una u otra forma, debe persistir, en lo apreciado, la característica de ser algo importante, destacable o, por alguna razón, estimable. El médico del ejemplo apreció la fractura del cráneo, algo ciertamente importante, pero resultaría ridículo decir que "yo todos los días, desde mi ventana, *aprecio el ir y venir de la gente".
        Vuelvo a la crónica del futbol. A algunos locutores les parece más elegante el verbo apreciar que otros como ver o juzgar. No se dan cuenta, sin embargo, de que la mayor elegancia está en la precisión, en el empleo de la palabra que para cada caso se requiere. ¿Para qué decir que "el árbitro *apreció que no hubo falta" en lugar de juzgó, o "puede usted *apreciar la clásica formación tres-tres-cuatro" en lugar de ver? Habrá momentos o jugadas, al menos eso espera el aficionado, en las que con toda propiedad pueda el cronista emplear el verbo apreciar: "todos pudimos apreciar esa gran atajada del portero".
        Conviene ciertamente evitar la monotonía en la narración y, para ello, no cabe duda de que el empleo de sinónimos o del lenguaje figurado puede ser muy útil. Hay que tener cuidado, sin embargo, de no decir, por imprecisión en el empleo de las palabras, una cosa por otra.

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