Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.

En México, al vehículo automóvil de transporte público y trayecto fijo —tanto al que hace el servicio dentro de los límites de una ciudad cuanto al que comunica entre sí varias ciudades— se le llama, como en la mayor parte del mundo hispánico, autobús; pero también, y quizá con más frecuencia, camión. En el español general, por lo contrario, se llama camión sólo al vehículo de cuatro o más ruedas que se usa para transportar grandes cargas. Obviamente, también en México se llama camión a ese tipo de vehículo. Ello no impide sin embargo que al que transporta personas se le designe con el mismo vocablo. Ya me he referido en otra nota al origen de la voz autobús. El término camión, por su parte, procede del francés (camion), lengua en la que desde hace mucho tiempo alude a una “especie de carro fuerte, usado modernamente para transportar cargas o fardos grandes o muy pesados, desde los muelles en los puertos y desde las estaciones de los ferrocarriles, a sus respectivos destinos” (duodécima edición, 1884, del Diccionario académico). Desde las primeras décadas del siglo pasado deja de ser un simple “carro” y pasa a ser vehículo automóvil.

        No he encontrado ningún dato o noticia que explique satisfactoriamente la razón por la que, sólo en México, a los autobuses se les llama también camiones. Repito: no los he hallado, lo que no significa que no existan. Algunas explicaciones que he leído no me parecen convincentes. Por ejemplo, Santamaría, en su Diccionario de mejicanismos, sobre camión, escribe: “Automóvil propio para mucha carga, por lo cual también se usa para conducir  pasajeros”. No comprendo bien: ¿puesto que puede llevar mucha carga también conduce pasajeros simultáneamente?, ¿algunos camiones se adaptan para llevar, en lugar de carga, pasajeros? A reserva de que alguien me proporcione mejores explicaciones o yo mismo las encuentre, aventuro, en las siguientes líneas, una modesta propuesta.

Comienzo señalando que los primeros registros de camión en los textos mexicanos contenidos en el CORDE (Corpus diacrónico del español) corresponden a la novela La luciérnaga (1932), de Mariano Azuela. Supongo que en textos mexicanos anteriores, no recogidos en el CORDE, la voz camión se emplea con el significado de ‘vehículo de carga’. Lo curioso es que, en éste, el más antiguo de ese corpus en que aparece la voz camión, tenga ésta el significado de transporte público de pasajeros y no el de vehículo de carga. Vaya un solo ejemplo: “Los agentes estuvieron en tu casa con la orden de embargo a las ocho de  la mañana. —Yo qué sé… —A las diez saliste a esperar el paso de tu camión por Donceles… Trepaste y le pediste la yerba a tu ayudante. —Suposiciones…”

        ¿Por qué al autobús se le llama en México camión? Tal vez se deba —ésta es la hipótesis que me atrevo a proponer— a un cruce de las palabras camión y camioneta (voz que puede explicarse como derivada del español camión o como castellanización del francés camionette), o a una contaminación de uno de los significados de camioneta en la voz camión. Trataré de explicarme. En primer lugar, conviene tener en cuenta que, en algunas variedades geográficas e históricas del español, la palabra camioneta se empleaba —y se emplea todavía— con el significado de ‘autobús’ o de ‘cierto tipo de autobús’. En la vigésima edición (1984) del Diccionario académico, la tercera acepción de camioneta es, literalmente, la siguiente: “En algunas partes designa también el autobús”.

        En el diccionario manual de 1989, se anota: “cierta clase de autobús”. Y, finalmente, en la más reciente entrega, la 22ª edición de 2001, la segunda acepción de camioneta es simplemente ‘autobús’.

        Los primeros registros de camioneta con el sentido de ‘autobús’ son, en el CORDE, bastante antiguos. Creo que ése es el significado de la voz en el siguiente pasaje del libro Notas marruecas de un soldado (1920), del español Ernesto Giménez Caballero:

 

Allá queda Tetuán como una bandada de palomas abatida en un collado. Unos pájaros, grandes, preciosos, como ibis, vuelan lentamente bajo el cielo transparente, donde comienzan a revelarse las primeras estrellas. Olor de mar, sutil, nos dilata las ventanillas de las narices. Y la camioneta entra dando tumbos por las calles de Río Martín.

 

        Con este sentido también se documenta la voz en textos paraguayos, chilenos, peruanos… Nada impide pensar que —aunque no se cuenta en el CORDE con registros que comprueben el uso de la voz camioneta con el sentido de ‘autobús’ en textos mexicanos— en alguna época se haya empleado aquí el vocablo con ese significado y que, al poco tiempo, se haya preferido, quizá por su brevedad, camión, palabra próxima a camioneta no sólo por ser de la misma familia, sino por ser además la voz primitiva que, al menos en francés, había dado origen precisamente a la derivada camioneta (camionette). Téngase en cuenta, además, que la designación autobús, según el CORDE, es en México bastante posterior a camión, pues las primeras documentaciones corresponden a la década de 1950.


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