Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
EL GRAVE ACCIDENTE DEL BARCO PETROLERO Prestige, que tantos problemas ocasionó en las costas gallegas, desempolvó en el español de España, sobre todo en los diarios impresos y en los telediarios, el término chapapote. Cuando un mexicano lee por primera vez esa palabra cree que está ante una simple errata (chapapote por chapopote). Sin embargo, cuando ve que en ese país es la única voz empleada en lengua hablada y escrita, comienza a dudar sobre la forma correcta: ¿chapopote, como se dice en México, o chapapote, a la manera española? Antes que nada conviene aclarar que se trata de una palabra de origen mexicano, probablemente náhuatl, y no, como indicaba el DRAE, oriunda de la zona caribe. Para demostrarlo, quizá sea suficiente transcribir un pasaje de la Historia general de las cosas de Nueva España de fray Bernardino de Sahagún:

        "El chapopotli es un betún que sale de la mar, y es como pez de Castilla, que fácilmente se deshace, y el mar lo echa de sí, con las ondas, y esto ciertos y señalados días, conforme el creciente de la luna; viene ancha y gorda a manera de manta, y ándanla a coger a la orilla los que moran junto al mar. Este chapopotli es oloroso y preciado entre las mujeres, y cuando se echa en el fuego su olor se derrama lejos […]"

        Aunque de muy dudosa etimología, se puede argumentar a favor del origen náhuatl de chapopote lo siguiente: 1) es un vocablo más usual en México que en cualquier otra parte, donde incluso está presente en la toponimia; 2) la misma forma fonológica de la palabra (en el español mexicano muchos nahuatlismos terminan en -ote, procedente del náhuatl -otli); 3) aunque no se halla el término en los más conocidos y tradicionales vocabularios nahoas (Molina, Siméon...), sí aparece en obras relacionadas con terminologías (Sahagún, Hernández, Clavijero…). Santamaría arriesga la siguiente explicación etimológica: del náhuatl chapopotli, de tzauctli, pegamento, y popochtli, perfume. Una definición moderna del vocablo puede verse en el Diccionario del español usual de México: "Sustancia negra, pesada y espesa que forma parte del petróleo; se encuentra en diversos lugares, particularmente en el mar, y se utiliza para asfaltar caminos, impermeabilizar techos y paredes, etcétera".
        Muy probablemente la forma original era chapopote. Es asimismo posible que esta forma se alterara en chapapote en algunas zonas mexicanas, sobre todo en las costas del Golfo de México. Ello podría explicar que a la zona antillana, especialmente a Cuba, llegara la palabra chapapote (y no chapopote), y que la forma chapapote siga empleándose hoy en esa área geográfica. Asimismo puede pensarse que a España llegó sólo esa variante antillana, pues la voz chapopote no se emplea ahí en lo absoluto. Hoy, en todo México -aún en las zonas en las que hace tiempo se empleaba chapapote- sólo se usa la voz chapopote, no sólo en la prensa y el habla popular sino también en la literatura, como se ve en el siguiente fragmento de La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes:

        "¿Recordarás el país? Lo recordarás y no es uno; son mil países con un solo nombre. Eso lo sabrás. Traerás los desiertos rojos, las estepas de tuna y maguey, el mundo del nopal […] los bosques delgados y altos, las ramas cargadas de heno, las cumbres blancas, los llanos de chapopote, los puertos de la malaria y el burdel, el casco calcáreo del henequén […]"

        Por lo contrario, en el español de España, aun en textos del siglo XIX, la forma común es chapapote. De Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós es el pasaje siguiente:

        "¡El Dulce Nombre...!, exclamó la Pacheco viendo entrar aquel adefesio, y todos los demás lanzaron una exclamación parecida al mirar al niño, con la cara tan completamente pintada de negro que no se veía el color de su carne por parte alguna. Sus manos chorreaban betún, y en el traje se habían limpiado las suyas asquerosísimas los otros muchachos. El Pitusín tenía el cabello negro. Sus labios rojos sobre aquel chapapote superaban al coral más puro."

        La variante chapapote ingresó en el DRAE en 1899. Se le consignó como voz caribe y se le definió en los términos siguientes: "Asfalto más o menos espeso que se halla en las Antillas". Más de cien años permaneció inalterada esta explicación. No fue sino en 1992 cuando, en la vigésima primera edición se añadieron unos pocos datos: por una parte, en la etimología se anota que es "de origen nahua o caribe"; y en la definición se añade que ese asfalto se halla "en Méjico y las Antillas". Ya en la más reciente entrega, la correspondiente al año 2001, hay una adición más: se halla el chapapote no sólo en México y las Antillas sino también en Venezuela. No hay modificación alguna en la nota etimológica. Por su parte, el vocablo chapopote se consigna por primera vez en 1927, con la simple explicación de que, en México, se así denomina al chapapote. Esta entrada (chapopote. Méj. Chapapote), inalterada, permanece en todas las ediciones siguientes, hasta la de 1992. En la vigésima segunda (2001) hay una interesante modificación: se añade una nota etimológica que dice: "del nahua chapopotli". Téngase en cuenta que, en las ediciones anteriores no había observación etimológica alguna en la entrada chapopote. Lo curioso del caso es que, tal como quedaron las cosas en esta recentísima entrega del DRAE, la voz chapapote puede ser de origen nahoa o caribe, pero al vocablo chapopote se asigna sólo origen náhuatl (?).
        Al principio de esta nota dije que, después de tanto leer y oír en España chapapote, un mexicano puede dudar de cuál es la voz correcta, si chapapote o chapopote. Ahí y aquí escribí correcta (en letra cursiva). En efecto, es obvio que no puede hablarse de corrección o de incorrección en este caso. Es un simple asunto de norma, entendida ésta como hábito lingüístico de una comunidad. En España, lo normal es decir chapapote; en México, la norma es el empleo de chapopote. Como allá llaman acera y chaqueta lo que aquí decimos banqueta y saco. No hay en esto incorrección alguna que corregir ni allá ni acá. Ahora bien, en términos propiamente lexicográficos, me parece que sí convendría corregir o, si se quiere, precisar la información que proporciona el DRAE. Por una parte, es necesario asignar la misma etimología a chapapote y a chapopote, pues evidentemente se trata de dos variantes de la misma palabra. El origen de la palabra, mientras no se demuestre otra cosa, es náhuatl. Para este origen se han proporcionado, desde hace tiempo, diversos argumentos, algunos de ellos convincentes, como la presencia de la voz, con terminación típicamente náhuatl (-otli) en fuentes tan respetables como Sahagún. No conozco ningún argumento en favor del origen caribe de la voz. Pero si los hubiera y fueran éstos más convincentes que los que hay a favor del origen náhuatl -algo que parece muy difícil- de cualquier forma habría que poner la misma explicación etimológica en las dos entradas (chapa- y chapo-).
        Por otra parte, si se decidiera la Academia por el origen náhuatl del vocablo (en sus dos variantes), cosa que juzgo acertada, es obvio que la voz originaria sería chapopote (como lo escribe Sahagún) y chapapote vendría a ser, necesariamente, una deformación de la primera. Si esto también se acepta, será necesario que en el DRAE la definición completa de la voz se proporcione en la entrada chapopote y que en el artículo chapapote se remita a chapopote, es decir, al revés de como se viene haciendo en las sucesivas ediciones. Si no se hacen estos cambios, lexicográficamente importantes, se incurrirá en el mismo error, que todavía no ha corregido la Academia, de creer que la variante cacahuete, propia del español de España, es la voz original y que, cacahuate es una desviación mexicana de la voz original, cuando lo que sucede es precisamente lo contrario: la voz original es cacahuate (del náhuatl cacahuatl) y la voz alterada es cacahuete. La definición debe anotarse en la entrada cacahuate y el artículo cacahuete debe remitir a cacahuate.

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