Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
IGNORO DE DÓNDE pudo proceder este absurdo barbarismo que, por lo menos hace ya algunos años, aparece escrito en la parte posterior de no pocos vehículos de remolque que transportan líquidos o gases que pueden arder o encenderse; voz que incorrectamente sustituye a inflamable.
        Supongo que se trata de una confusión de los valores semánticos que tiene en el español actual el prefijo in-, y que son al menos dos, muy diferentes el uno del otro. El primero señala 'falta' o 'negación' de lo que expresa el vocablo al que se une. El segundo tiene por lo general alguno de los sentidos propios de la preposición en.
        En ambos casos puede sufrir transformaciones, según la letra que le sigue: así, in- se escribe im- ante b o p (imberbe, imbursar, impaciente); se pierde la n, quedando en una i- simple, ante la letra l (ilegal, ilegible); y si le sigue r, además de perder la n, por obvias razones ortográficas, influye en la duplicación de la rr (irreal, irrespetuoso). De paso debe señalarse que in- no pierde la n ante otra n, de tal manera que no debe escribirse, como frecuentemente se hace, *inecesario por innecesario o *inumerable por innumerable.
        Ciertamente son más abundantes los vocablos en los cuales el segmento in- tiene sentido negativo, sobre todo porque con este valor goza en el español moderno de gran vitalidad, es decir sigue dando lugar a voces nuevas, muchas de las cuales aún no son tenidas en cuenta por los diccionarios.
        Por lo contrario, gran parte, si no la mayoría de las voces en que in- carece de sentido negativo y contiene alguno de los valores de la preposición en, procede de vocablos latinos en los cuales el segmento in- viene a ser un seudoprefijo inseparable de la voz que le sigue; incautarse, incinerar, inclaustración, inducir, inflar, etcétera.
        Pues bien, inflamable ('que se enciende con facilidad y arde desprendiendo inmediatamente llamas') procede de inflamar, que se origina del latín inflamare y tiene no un prefijo sino un seudoprefijo in- de carácter inseparable (no existe ni *flamar ni, por ende, *flamable), y que obviamente carece de valor negativo.
        No es improbable que alguien haya pensado "corregir" (fenómeno lingüístico llamado hipercorrección) la voz inflamable creyendo que in- significaba negación y que, suprimiendo dicho segmento, la voz resultante *flamable correspondería a lo que se desea comunicar.
        En resumen, el vocablo *flamable no pertenece al léxico español (ni siquiera puede explicarse como anglicismo, pues la voz inglesa correspondiente es inflammable). Para indicar que algo puede incendiarse con facilidad debe decirse necesariamente inflamable.

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