Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
HACE TIEMPO QUE, en México al menos, se viene empleando, en determinados contextos y situaciones, el término género como sinónimo de sexo femenino o, más precisamente, de mujeres. Algunos ejemplos: en la UNAM existe una dependencia que investiga lo relativo a las mujeres (en la sociedad) y se llama "Programa Universitario de Estudios de Género"; si una fábrica contrata en igualdad de condiciones a hombres y mujeres, tiene una orientación o política de género adecuada; no contratar a una mujer embarazada es discriminación de género, etc. Aun si género fuera sinónimo de sexo, habría cierta impropiedad en los ejemplos transcritos, pues cuando en ellos se habla de género, en el sentido que estoy explicando, no se alude al sexo en general o a ambos sexos sino que se hace particular referencia al sexo femenino.
        Además hay que considerar que género no significa 'sexo'. La primera acepción del vocablo es 'conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes'. Evidentemente que las mujeres constituyen un género, pero hay necesidad de especificarlo: el género de las mujeres. En otras palabras, el sustantivo género no significa sólo el conjunto de las mujeres, como tampoco significa ningún otro conjunto específico, en tanto no se determine de qué género estamos hablando. En términos estrictos, hablar de problemas de género es no decir nada. La otra acepción de género es especializada y pertenece al ámbito de la gramática: 'clase a la que pertenece un nombre sustantivo o un pronombre por el hecho de concertar con él una forma y, generalmente sólo una, de la flexión del adjetivo y del pronombre'. La anterior definición, no muy feliz ciertamente, la tomo de la más reciente edición del DRAE (la vigésima segunda, de 2001). Después de la definición se señala que "en las lenguas indoeuropeas estas formas son tres en determinados adjetivos y pronombres: masculina, femenina y neutra".
        Lo que importa destacar es que, en gramática, no hay correspondencia entre género y sexo, por la simple razón de que la inmensa mayoría de los sustantivos designan seres que no tienen sexo y que, obviamente, sí tienen género. El que en español los pocos sustantivos que designan personas del sexo femenino o animales hembras pertenezcan, en su mayoría, al género gramatical femenino (la mujer, la niña, la gata, la vaca...) no quiere decir que el género gramatical femenino exprese o manifieste el sexo femenino pues, repito, la inmensa mayoría de los sustantivos (masculinos y femeninos) designan seres no sexuados (la pared: género gramatical femenino, el lápiz: género gramatical masculino, ambos: objetos no animados, no sexuados). En resumen: género no equivale a sexo ni, mucho menos, a sexo femenino.
        Quizá valdría la pena pensar si no convendría llamar a las cosas por su nombre, sin rodeos ni eufemismos. Si cuando se habla de género se está pensando en las mujeres, no entiendo por qué no se emplea esa específica palabra, mujeres, y no se dice, por ejemplo: estudios sobre las mujeres, problemas de las mujeres (y no estudios sobre el género o los problemas del género). Alguien me dijo que, en determinadas circunstancias, se emplea la palabra género para abarcar a las mujeres pero también a los hombres. Tengo la impresión, por una parte, de que casi siempre que se habla de género se hace alusión a las mujeres; y, por otra parte, si también se quisiera atender a los asuntos de los hombres, habría que aclararlo de alguna manera pues no basta el simple empleo confuso de la voz género.

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