Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Entre las acepciones de haber que el DRAE (edición de 2001) reconoce, hay dos en las que este verbo funciona como impersonal o, más precisamente, como terciopersonal y, por ende, se conjuga sólo en la tercera persona del singular de los diversos tiempos. En la quinta de estas acepciones se explican enunciados del tipo hubo una hecatombe y se nos dice que en ellos haber significa ‘ocurrir, acaecer, acontecer’ (ocurrió una hecatombe). Creo que también funciona como terciopersonal en la acepción 9, aunque no se señale expresamente, con el sentido de ‘hallarse o existir real o figuradamente’, como en el siguiente ejemplo del mismo diccionario: hay hombres sin caridad (existen).
        Hace tiempo dediqué una notita al relativamente frecuente fenómeno de convertir, en los enunciados con haber impersonal, el objeto en sujeto, haciéndolo concordar indebidamente con el verbo. En pocas palabras: en enunciados del tipo de hay naranjas, la gramática explica que el sujeto es tácito e indeterminado, el verbo es el transitivo haber y el sustantivo naranjas es el objeto directo del verbo hay. Para el presente de indicativo existe una forma impersonal exclusiva (hay), diferente de la forma personal (ha). Ello impide cualquier tipo de error, trátese de objetos singulares o plurales (hay una naranja, hay muchas naranjas: no cambia la forma hay). El problema se presenta en los demás tiempos de la conjugación, cuando la forma impersonal de haber (tercera persona de singular) viene a ser la misma que la forma personal (había, hubo, habrá, habría, haya, hubiera…). Cuando el objeto es singular no hay problema pues se emplea siempre la forma ortodoxa (había una naranja). Sin embargo cuando el objeto es plural, no faltan en textos escritos y orales hablantes que, por no ver en el sustantivo un objeto sino un sujeto, pluralizan indebidamente el verbo (*habían muchas naranjas, *hubieron problemas, etc.).
        Esta falsa concordancia puede llevarse a otros extremos. Cada día es más fácil oír y leer enunciados como el siguiente: *habemos varios que pensamos de otra manera. Aquí no sólo se pluraliza indebidamente el verbo, sino que además pierde su naturaleza impersonal para convertirse en la forma correspondiente a la primera persona del plural. La causa de esta curiosa construcción es evidente: el hablante tiene la necesidad de incluirse a sí mismo como sujeto del verbo (que en realidad es objeto). Para ello acude a una forma personal del verbo haber que satisface esa necesidad: en nosotros queda incluido el que habla más otros. Habida cuenta del carácter impersonal de haber, es obvio que resulta imposible señalar cualquier persona gramatical, ya no digamos el que, además, esa persona sea precisamente nosotros. En buen español la idea de ese hablante (de incluirse junto con otros) debe expresarse por medio de otro verbo y de otra construcción (somos varios los que pensamos de otra manera, por ejemplo).
        Me interesa hacer ahora, sobre todo lo anterior, sólo dos observaciones. Una tiene que ver con los significados que asigna a haber impersonal el diccionario, en particular en la quinta acepción: ‘ocurrir, acaecer, acontecer’. No niego que en efecto eso significa el verbo en el enunciado hubo un accidente (‘ocurrió un accidente’). Sin embargo en ocurrió un accidente el verbo es intransitivo (no tiene objeto directo) y un accidente es el sujeto de ocurrir. En plural diríamos ocurrieron varios accidentes, donde al pluralizar el sujeto (varios accidentes) tenemos que pluralizar también el verbo (ocurrieron). Ello es posible porque el verbo ocurrir no es impersonal, es decir puede tener sujetos determinados. Por lo contrario, sintácticamente hablando, los enunciados con haber impersonal son muy diferentes: por una parte, no puede haber allí sujetos expresos (ni singulares ni plurales) y, por otra, debe haber siempre un objeto directo (singular o plural), además, claro está, el verbo (transitivo) va invariablemente en tercera persona singular. El presentar en la definición como sinónimo de haber (verbo transitivo) un verbo intransitivo (ocurrir) parece autorizar construcciones del tipo de *hubieron problemas (si se dice ocurrieron problemas, también puede decirse hubieron problemas). María Moliner (en su célebre Diccionario de uso del español), aunque explica ese peculiar significado de haber a la manera de la Academia, hace las indispensables precisiones que aquella omite: “Se usa como terciopersonal con el significado de ‘existir, ser tenido o estar, celebrarse u ocurrir’, siempre en singular aunque el nombre sea plural” (s.v. haber).
        La segunda observación se relaciona con la peculiar forma verbal que adopta el verbo haber cuando indebidamente se le atribuye el falso sujeto nosotros. El latín habemus generó, en español, dos formas: hemos y habemos. En la primera (hemos) puede observarse la eliminación de la vocal inicial y de la b sonora: h(ab)emos > hemos. En la otra se conserva casi inalterada la forma latina: habemus > habemos. Al paso del tiempo, el verbo haber fue perdiendo su significado de ‘tener’ y pasó a emplearse, predominantemente, como auxiliar de los tiempos compuestos (he cantado, habrás escrito…). La forma habemos, de primera del plural, se empleó mientras el verbo conservó su sentido de ‘tener’ (habemos dinero = tenemos dinero). Cuando dejó de usarse haber como ‘tener’, desapareció también la forma habemos. Hoy, en los tiempos compuestos, sólo empleamos hemos (hemos cantado, hemos venido…). Por tanto, puede decirse que hace siglos que desapareció del español la forma habemos. No deja por ello de ser particularmente interesante que los hablantes del español moderno hayan recuperado, resucitado podría decirse, esa forma extinta (habemos) para construir enunciados como los ya explicados (habemos varios que no pensamos así), dejando la forma hemos para los tiempos compuestos, donde no interviene la forma habemos. Algunos lingüistas explican el concepto de pauta general como la totalidad de hábitos lingüísticos de los hablantes de una lengua en un momento determinado. Podemos, por tanto, decir que la forma habemos estuvo por una época dentro de la pauta general de la lengua española; en seguida quedó fuera de esa pauta por mucho tiempo y, recientemente, ha vuelto a entrar a ella, con una función muy particular.
        Con posterioridad a los párrafos anteriores escribí los que siguen, que parecen reiterativos, pero pretenden dar mayor claridad al tema.
        Dice la gramática que cuando haber equivale a ‘existir’, es invariable en cuanto al número y a la persona: sólo se conjuga en tercera persona de singular (hay uno, hay varios, había uno, había varios, habrá uno, habrá varios, etcétera). Son, por tanto, anómalas, expresiones con plural analógico como habían varios, hubieron varios, habrán varios… Aún más extraño a la gramática española resulta el empleo de la primera persona de plural de haber, con ese significado: habemos varios que, habíamos varios que… Ahí no sólo se pluraliza el verbo unipersonal, sino que, además, se le conjuga en primera persona (del plural), cuando sólo debería emplearse en la tercera (de singular). Señalé, por otra parte, que en el español moderno la forma habemos no se emplea, como en otras épocas, ni en la formación de los tiempos compuestos (para lo que sólo interviene hemos), ni tampoco con el sentido de ‘poseer’ (lo que, generalmente, se expresa por tener: tenemos). Parece, por tanto, exclusiva de este tipo de construcciones, de dudosa propiedad. Quiero ahora añadir algunos datos, cronológicos y dialectales; es decir que trataré de responder la siguiente pregunta: ¿cuándo y dónde comenzó a emplearse ese curioso habemos con sentido de ‘existir’? Para ello me basaré en los resultados de una amplia consulta que hice a los voluminosos corpus de textos del español actual (CREA) e histórico (CORDE), de España y de los países americanos, que contiene la página electrónica de la Real Academia Española (www.rae.es).
         1) Habemos vs. hemos.
        La forma habemos, como auxiliar del perfecto compuesto (habemos cantado) o de la perífrasis haber de más infinitivo (habemos de cantar) o con el significado de ‘tener’ (habemos una casa), bastante usual en los siglos XV y XVI, fue perdiendo vitalidad durante los siglos XVII al XX. La forma hemos (para el perfecto compuesto: hemos cantado), que desde un principio alternó con habemos, fue imponiéndose en la misma medida en que habemos iba perdiendo fuerza, a tal grado que en el español de hoy, aunque todavía puede oírse o leerse algún habemos cantado, es excepcional y limitado a ciertas hablas rurales; la forma normal, en todo el mundo hispánico es hemos (hemos cantado). Obsérvense las cifras siguientes, que obtuve de la consulta del CORDE:
        Cuadro 1 Habemos (ocurrencias)
        Siglo XVII: 374 (23%)
        Siglo XVIII: 27 (6%)
        Siglo XIX: 28 (0.5%)
        1900-1970: 133 (1 %)
        
        Hemos (ocurrencias)
        Siglo XVII: 1240 (77%)
        Siglo XVIII: 455 (94%)
        Siglo XIX: 6194 (99.5%)
        1900-1970: 13136 (99%)
        Ahora bien, por lo que respecta al español contemporáneo (1970-2000), después de consultar el CREA, encontré lo que sigue:
        Cuadro 2
        Habemos (ocurrencias)
        1970-2000: 53 (0.2%)
        Hemos (ocurrencias)
        1970-2000: 29,036 (99.8%)
        Habemos con el significado de ‘existir’ (habemos varios que…).
        Los 27 casos de habemos en el siglo XVIII (véase cuadro 1), corresponden al empleo de haber como auxiliar del perfecto compuesto, como por ejemplo “…del estado infeliz que han tenido los pueblos que habemos visitado”. Por lo que corresponde a las 28 ocurrencias de habemos en el siglo XIX, en 10 de ellas es auxiliar del perfecto compuesto (“a este señor lo habemos dejao con…”), en 12 es auxiliar de la perífrasis haber de más infinitivo (“riendo lo que habemos de llorar”) y en las restantes tiene valor de ‘tener’ en la construcción fija haber menester (‘tener necesidad’), como en “nos da energía física y moral cuando habemos menester de ella”. Como se ve, de conformidad con los datos procedentes del corpus de la Academia, hasta el siglo XIX no se empleaba la forma habemos con el valor semántico de ‘existimos’.
        Ahora bien, al analizar con más detalle los casos de habemos en los periodos 1900-1970 y 1970-2000, es decir en el siglo XX, encuentro lo siguiente:
        Cuadro 3
         Habemos con valor de ‘existir’
        1900-1970: 8 (6%)
        1970-2000: 15 (28%)
        
         Habemos con otros valores
        1900-1970: 126 (95%)
        1970-2000: 38 (72%)
        Puede pensarse que habemos, con valor de ‘existir’, por una parte, comienza a emplearse en el siglo XX y, por otra, parece que estamos ante un fenómeno en crecimiento: el porcentaje de habemos (‘existir’), 15%, en el segundo periodo (1970-2000), es casi el doble del observado en el primero (1900-1970), que es apenas del 6%. Habría que considerar, además, que no pocos casos de habemos (por hemos), en los textos, o son erratas (habemos por habernos, sea por caso) o aun cuando aparecen en textos del siglo XX, pueden ser citas de obras anteriores (del siglo XVI, por ejemplo). Si quitamos esos casos, el porcentaje de habemos (‘existir’) aumenta considerablemente. Ejemplos de habemos (‘existir’) de la primera etapa: “esto no es Rionegro, donde sí habemos muchos blancos…” , “sí, en mi país hay, perdón, habemos muchos licenciados…”. A la segunda etapa pertenecen los siguientes textos: “en cambio, habemos otros que hablamos y escribimos por música”, “en Colombia hay o habemos veinte y pico de millones de habitantes”, “tenemos en México escasez de líderes, los que habemos somos combatidos por múltiples intereses”, “hay mucha, mucha gente católica, habemos mucha gente católica, que creemos…” En el siguiente cuadro anoto los países en donde se registraron los casos de habemos (‘existir’):
       
 Cuadro 4
        Habemos (‘existir’)
        1900-1970
        Colombia: 4
        Guatemala: 2
        México: —
        Venezuela: 2
        
        1970-2000
        Colombia: —
        Guatemala: —
        México: 10
        Venezuela: 5
        Varios de estos casos pertenecen a la lengua oral. Los que corresponden a lengua escrita aparecen o bien en la prensa o bien en autores (Asturias, Gallegos, Fuentes), que en los parlamentos de sus personajes pretenden imitar la lengua hablada. En resumen: se trata de un fenómeno propio de la lengua hablada o de la escrita informal, de origen relativamente reciente, y característico del español de algunos países americanos, entre los cuales parece destacarse México.

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