Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE.
ALGUIEN ME HACÍA VER hace poco que el vocablo tomate no podría considerarse válidamente como mexicanismo, habida cuenta de que ahora es voz común no sólo en todas las hablas hispánicas sino en la mayor parte de las lenguas del mundo. Creo por mi parte que, en efecto, desde un punto de vista enteramente sincrónico tomate no es de ninguna forma una palabra privativa de las hablas mexicanas. Debe tenerse en cuenta sin embargo que existen también los llamados mexicanismos históricos, es decir, aquellos términos que procedentes de las lenguas indígenas de México se incorporaron después al vocabulario general de la lengua española. En este sentido, entonces, tanto tomate cuanto varios otros vocablos más (chocolate, cacahuate, chicle, chile, tiza, etc.), con todo derecho, deben verse como mexicanismos históricos.
        Hay además un buen grupo de vocablos, procedentes también de lenguas precolombinas mexicanas, que deben considerarse no sólo mexicanismos históricos sino sincrónicos, dado que son privativos (o casi) de las hablas mexicanas actuales, o de un buen número de ellas, como acocote, achiote, amate, cenzontle, comal, chamaco, chapulín, chipote, huarache, huizache, jícama, mecate, mole, nopal, petaca, tamal, tecolote, totol, zacate, zopilote, etc. Creo que a este grupo pertenece la voz jitomate, que, a diferencia de tomate, no se incorporó al vocabulario de otros dialectos hispánicos ni de otras lenguas. En la mayor parte de los dialectos mexicanos, particularmente en el de la ciudad de México, jitomate es más frecuente que tomate para designar ese delicioso e indispensable fruto solanáceo. Asimismo, en la mayoría de las hablas mexicanas coexisten los dos vocablos (tomate y jitomate) pero designan cosas distintas. Jitomate es en esos idiolectos el mundialmente conocido fruto casi siempre rojo, de superficie lisa y brillante (llamado universalmente tomate), y tomate (a veces también tomate chico o tomatillo), curiosamente, designa otro fruto, de la misma familia ciertamente, pero más pequeño, de color verde o amarillento, cubierto con una delgada cáscara que, a diferencia del jitomate, no suele comerse crudo y que se utiliza como necesario ingrediente en algunas salsas. En algunas regiones del país, sin embargo, predomina la voz tomate para la designación de lo que en el habla de la ciudad de México se llama jitomate.
        Tanto tomate cuanto jitomate proceden del náhuatl (tomatl y xictomatl, respectivamente). Probablemente, en el náhuatl clásico tomatl fuera una voz genérica, con la que podía aludirse a diversos tipos de tomates. Según los especialistas, xic- en xictomatl es un apócope de xictli, que en náhuatl significa 'ombligo'. En la vigésima edición del DRAE sólo aparecía tomate. En la vigésima primera ya se da cuenta también, como mexicanismo, de jitomate (con el significado de 'tomate'). Lo que sigue faltando en el artículo tomate es la acepción con la que empleamos esa voz muchos mexicanos (fruto solanáceo verde más pequeño que el jitomate).

Comparte este artículo

La publicación de este sitio electrónico es posible gracias al apoyo de:

Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.

(+52)55 5208 2526
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

® 2024 Academia Mexicana de la Lengua