EN HABLAS RURALES o populares es relativamente usual la forma quedré frente a la normal querré. En hablas predominantemente urbanas no es raro oír la formación querramos y, en español popular, quiéramos en oposición la estándar queramos. Los tres fenómenos tienen su explicación, creo, por una parte, en aspectos diacrónicos o históricos de la morfología española y, por otra, en el recurso de la analogía.
El futuro romance (cantaré) proviene del infinitivo (cantar) más el presente de indicativo de haber (he): cantar he, cantaré. En futuros de la primera conjugación el infinitivo aparece siempre completo (cantaré). Por lo contrario, señala Menéndez Pidal, la e o i protónicas deberían perderse por regla. Así, en los siglos XII a XIV es común encontrar casos como vivrán, ardrá, perdrás o formaciones con epéntesis o metátesis como doldrá o porná (de doler y poner). A partir del siglo XIV se produce la tendencia contraria: mantener entera la forma del infinitivo: vivirán, arderá, perderá, dolerá.
Hay empero casos de verbos cuyos futuros conservan hoy la forma de los siglos XII a XIV: habré, cabré, sabré... Entre éstos se cuenta querré: querer he, con pérdida de la e protónica: querré. La doble r se explica precisamente porque, al caer la e, las dos r entran en contacto para formar la rr.
Ahora bien, si se considera que varios futuros, ante la pérdida de la e protónica, intercalaban una d epentética (poner ha>ponrá>pondrá; valer ha>valrá>valdrá; tener ha>tenrá>tendrá, etc.), se comprenderá que es fácil, por analogía, construir una forma quedré (querer he>queré> quedré). Esporádicamente puede oírse quereré o, con más frecuencia, poneré, que se explican como igualación paradigmática con la mayoría de verbos que conservan hoy el infinitivo completo (con e protónica).
Por otra pare, por una especie de ultracorrección, la primera persona del plural del presente de subjuntivo de querer (queramos) se construye en ocasiones con doble r, sin duda por contaminación del futuro, que sí la tiene. En el subjuntivo interviene otro tipo de irregularidad, la diptongación de la e tónica en algunas personas verbales (quiera, quieras, quiera, quieran), lo que no sucede cuando ésta es átona (queramos, queráis), aunque también se puede oír, en hablas populares, quiéramos, explicable también por contaminación con las cuatro formas con diptongo.