Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Minucias del lenguaje - José G. Moreno de Alba, publicadas por el FCE
Hace tiempo la UNESCO publicó unas curiosas Recomendaciones para el uso no sexista del lenguaje. Muchas de ellas me parecen discutibles. Cito por el resumen que aparece en el artículo “El genérico masculino en el discurso parlamentario” de Regina Musselman Shank (Signos, IV.2, enero-junio de 2002, UAM Iztapalapa): 1) Si se dice el género humano o algo semejante se evita la utilización de el hombre o los hombres con valor genérico. Yo pregunto: ¿por qué el vocablo hombre debe perder la primera de sus nueve acepciones, con la que lo emplean los mejores escritores de todos los tiempos: “Ser animado racional, varón o mujer”? 2) Si en lugar de decir los funcionarios internacionales, decimos el funcionariado internacional, quedarían comprendidos los funcionarios y las funcionarias. Mi opinión: aunque *funcionariado (voz no documentada en el DRAE) es un derivado semejante a profesorado, me parece vocablo poco grato al oído y no fácil de pronunciar. 3) la expresión la población trabajadora migrante es más recomendable que la expresión los trabajadores migrantes y sus familias porque engloba a todos los miembros de la familia. Mi comentario: por una parte, me parece una solución complicada y, por otra, la segunda expresión también engloba a todos los miembros de la familia (hombres y mujeres). Podría referirme a varias más de estas propuestas discutibles. Quiero empero aludir en seguida a algunas que, en mi opinión, deberían ser tomadas en cuenta.
        Hace mucho publiqué una notita sobre la palabra señorita, con el sentido de ‘mujer soltera’. Desde entonces observaba que, particularmente en las hablas juveniles, el término se empleaba sobre todo para dirigirse cortésmente a una mujer joven, mejor que a una soltera de cualquier edad. Tratándose de un mujer mayor o, sobre todo vieja, de la que se ignora su estado civil, tiende ahora a emplearse la voz señora. Señorita para solteras viejas es un vocablo cada vez menos empleado. Todo esto es necesario, obviamente, matizarlo. No hablan los jóvenes igual que los adultos, los campesinos no se expresan igual que los habitantes de las grandes urbes, las personas cultas y leídas tienen formas de hablar diferentes de las que emplean los iletrados, etcétera. Mucho importa también el acto mismo de comunicación, su grado de formalidad o informalidad, si se trata de lengua hablada o escrita, a quién tenemos como interlocutor... El empleo de señorita para dirigirse a una mujer soltera o para hablar de ella depende de todo lo anterior y de muchas otras circunstancias. Pero, en general, me parece observar una tendencia en el sentido de que hoy la oposición señorita / señora mejor parece explicarse como ‘mujer joven’ / ‘mujer no joven’ que como ‘mujer soltera’ / ‘mujer casada’. Por otra parte, cuando nos dirigimos a una persona de sexo femenino, en la mayoría de los casos, lo que menos importa es su estado civil. No hay razón alguna para que, en los tratamientos lingüísticos, exista la oposición ‘mujer soltera’ / ‘mujer casada’, si no existe, materializada en palabras determinadas, la oposición ‘hombre soltero’ / ‘hombre casado’. Por ejemplo, cuando dirigimos la palabra a un varón, no tenemos por qué aludir a su estado civil. No hay razón, entonces, en los actos de habla, para especificar el estado civil de una mujer. Quizá, en el empleo de señorita (‘mujer soltera’) no necesariamente debe verse una discriminación hacia las mujeres, pero sin duda sí hay una desigualdad en el tratamiento. Cosa diferente sería si la voz señorito significara ‘hombre soltero’. No es así, pues sólo tiene acepciones del tipo de ‘hijo de persona de representación’ o ‘joven acomodado y ocioso’. Por tanto, lexicográficamente hablando, no es posible establecer la oposición señorito / señorita. En este caso, en mi opinión, tiene razón la UNESCO cuando recomienda no decir “asistieron el Sr. López, la Sra. Pérez y la Srta. Rodríguez”, sino “asistieron las Sras. Pérez y Rodríguez y el Sr. López”, y utilizar siempre señora para referirse a todas las mujeres, pues el empleo de señorita es “asimétrico”.

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