Refrán popular que funciona como una invitación a dejar el duelo y seguir la vida. Su sentido paremiológico es el mismo que el del refrán español: "el muerto al hoyo, y el vivo al bollo". Tiene forma sentenciosa. Variante: "el muerto a la sepultura, y el vivo a la travesura" (F. 66, 89, 90 y 116).