Refrán usual entre tenderos de rancho. Es muy usado en el occidente de México: lo cita, por ejemplo, José Rubén Romero en Pueblo inocente y Agustín Yáñez en Las tierras flacas. Rubio lo llama "excelentísimo procedimiento con el cual deben estar sumamente contentos los acreedores". Tiene la forma de un consejo.