Refrán popular que, en forma de sentencia, establece que todos los libros tienen erratas. De hecho, es una adaptación del refrán que dice "no hay cuartel sin ratas, ni libro sin erratas". La rima consonante que relaciona los dos hemistiquios sirve de estructura el refrán contraponiendo acústicamente "ratas" con "erratas". Variante: "ni tianguis sin ratas, ni libros sin erratas" (F. 90).