Se dice de las personas que, por interés, son capaces de hacer un esfuerzo adicional a su inercia habitual. Rubio lo explica así: "aplicado a las personas, indica que tratándose de ir a comer o al lugar del descanso, todos van más de prisa, cualesquiera que sean las causas que pudieran impedirlo o los asuntos que haya que atender". Este refrán circula de las siguientes maneras: "no hay burro flojo para su casa", "p'a casa no hay burro flojo"; "cuando va a la casa, no hay burro flojo". Y tiene también estas variantes: "no hay burro flojo para el pesebre" (F. 12); "no hay burro flojo yendo para la manada" (F. 90 y 116); "para el pesebre no hay burro flojo (F. 90, 106 y 116); "para la querencia no hay burro flojo" (F. 90 y 122).