Según este refrán popular otro de los rasgos distintivos de los ladrones es andarse quejando de que no tiene dinero como una manera de ocultar el dinero que tienen pues, al fin de cuentas, "no hay ladrón que no sea desconfiado". Con ello, este refrán vendría a ser un corolario del anterior. Una variante dice lo contrario: "no hay ladrón que sea llorón"