Refrán popular que en forma de retruécano expresa, en sentido literal lo que enuncia. Se emplea en situaciones en que se quiere resaltar la ausencia de manos inocentes para alguna operación. Lo importante del refrán es, en efecto, la exclamación "no hay manos puras": lo demás es sólo ornato. Tiene forma de una exclamación sentenciosa.