Refrán de índole popular cuyo sentido paremiológico expresa la desgracia de tener como jefe a una persona vil, baja en dignidad y virtudes y, en general, por muchos conceptos despreciable. Tiene la forma de una declaración sentenciosa en dos octosílabos dotados de rima consonante. Rubio señala el carácter tradicional de este refrán citando un refrán español recogido que, por Sbarbi, comparte no sólo el sentido paremiológico sino la rima: "no hay suerte más dura que servir a un necio puesto en altura".