Frase gnómica que en forma de estrofa en octosílabos aconseja no enamorar mujer casada ni montar caballo pinto. Como ya se ha dicho, el refranero asimila con frecuencia la mujer y muestra ciertos prejuicios sobre los caballos de algún color: en este caso el caballo pinto. Otra forma del refrán agrega otras prohibiciones: "no allanes nunca morada, ni te metas en laberinto; no enamores mujer casada, ni montes caballo pinto".