Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Miércoles, 18 de Septiembre de 2019
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

 

Lunes


Caminos del espejo

Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.
         Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
             Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.
                                        Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.
                                        Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.
                                       Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla.
                                             Aún si digo sol y luna y estrellas me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
                                          Deseaba un silencio perfecto.
                                          Por eso hablo.
                                                    Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy. Peregrina de mí, ha ido hacia la que duerme en un país al viento.
                                                  Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quien me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.

Alejandra Pizarnik (1936-1972)
Material de lectura. Poesía moderna. 93
Prólogo y selección de
Miguel Ángel Flores
UNAM, México

Martes

Ars poética

Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.
             No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en pero mis palabras. me poseen tanto como yo a ellas.
             Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame la impostura, restríngeme la estafa.
Te lo agradeceré, en serio. Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.

Rafael Cadenas (1930)
Material de lectura. Poesía moderna. 189
Selección y nota introductoria
de Julio Ortega
UNAM, México, 1995

Miércoles

Tiempo y sazón

Ya no es tiempo Señor de nacer ni morir
tiempo de arrancar
ni tiempo de sanar
tiempo de derruir
tiempo para saciar los ojos
y pasear en los malls
tiempo de detenerse
para hartar los oídos sin la escucha
tiempo de que las piedras se avengan a florecer
         porque en vano el reloj da la hora
y en vano pasa el río
que no puede añadir ni restar a su transcurso
y lo que fue será
lo que es
ya había sido
          sino tiempo
de que a uno lo tomen y a otro lo dejen
una sea llamada y la otra dejada
tiempo para el rapto
tiempo de que ya no haya tiempo.

Javier Sicilia (1956)
Vestigios
Era, México, 2013

Jueves

Este morir un poco

Este desfallecer, esta dulzura
convertida en raíz de la memoria,
este anillo de luz, esta victoria
de la sangre y su aciaga mordedura,
          este vivir en daño, la locura
de sucumbir al peso de tu gloria
este hacer de la carne transitoria
germen de eternidad, fragancia oscura,
          este morir un poco, esta agonía
espejo del abismo en que me veo,
este contar las horas cada día
          en el reloj de arena del deseo
es temblar de pasión, de sed umbría
y es entregarte, amor, cuanto poseo.

Carmen de la Fuente (1915-2013)
En Galería de gobernadores del soneto.
Introducción, selección y notas
de Otto-Raúl González
Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, 2002

Viernes

Puntuales

I
Trastiempo: luz huida
vertida en claridad desconsolada.
La lucidez estática,
la gracia del rigor:
saber ser una nada enamorada.

II
Cada vez un silencio más profundo
          cada vez más silencio
y el tiempo dónde el tiempo
          cada vez más profundo
cada vez más el tiempo un silencio más profundo

Julio Hubard (1962)
Presentes sucesiones
FCE, México, 1988

Sábado

4 P.M.

Cuatro de la tarde en punto
sunrise mall
corpus christi
entre un mundo de fantasías
y banalidades a la hora del robot
la computadora
poe y popeye el marino
viven bajo el mismo escaparate
mujeres hermosísimas y bellos muchachos
que se preparan y sueñan en la guerra
los niños juegan en máquinas
complicadísimas a destruir a su enemigo
yo en el centro de este hermoso edificio
limpio y perfumado de fritanga
y pan con mantequilla
siento el deseo (mientras llegas)
de escribirte una carta
que no te hable de estupideces
que no te hable de cosas tristes
que no te hable de cosas vacías e inútiles
podría describirte el mar de corpus
o decirte que conocí esta ciudad
hace ya más de veinte años
que las gaviotas en la playa
o que los barcos en la mar
o que eres tú parte de un deseo terrenal
o que eres como una fantasía
que alimenta mi pobre vida
sabes ayer los pájaros
no tenían frontera volaban sobre mi cabeza
sobre mis pensamientos que adivinó el cielo
podría decirte que extraño tus manos
y también que siento nostalgia
pero que no quiero estar triste
(para la tristeza siempre hay tiempo)
y yo quiero este tiempo para quererte a ti
por eso este deseo por eso esta carta.

Andrés Huerta (1934-2001)
Entre apagados muros
La Fonda de Andrés,
Monterrey, 1983

Domingo

El lazo y la trampa

El título y las líneas en cursiva provienen del volumen Oraciones, adagios, adivinanzas y metáforas. Libro sexto del códice florentino, en la versión de Salvador Díaz Cíntora [nota del autor].

País dormido entre volcanes,
que es lugar este glorioso
y terrible, de barrancos, de rocas
empinadas, de peñascos azotados
por el viento, que ya se yerguen
cubiertos de fuego y de ceniza.
Flor de la Pasión, apacígualo.
País en un soplo de voz,
en un múltiple soplo de voces,
de abiertas bocas y metales
que avanzan.
País levantándose cada amanecer
en la punta de su lengua,
levantándose en lenguas de agave,
en rabiosa floración,
como mariposa al fuego. País
de la ruta narcótica, del tejemaneje
hipnótico, de la amapola enamorada.
Flor de la Pasión, ilumínalo.
País erizado, sitiado, encapuchado:
lleno de alacranes, lleno de ortigas,
te escondes en el rincón y en la oscuridad.
         Noche y viento, avanzamos. En ruta,
en larga marcha al interior
de la piedra, a la entraña del árbol
nosotros, los visibles, poco vemos.
De tierra se irá llenando, se convertirá
en basurero aquel lugar
en el que sólo se esperaba la palabra.
Has descendido, te has lanzado
al arroyo, a la cueva, al pedregal;
te has metido en el lazo y la trampa.
Andamos a tientas, escuchando
un viento de tizones, advirtiendo
una serpiente en la cola del turbión.
Nos quedan palabras, muy pocas,
unas cuantas palabras.
       País pico de golondrina, nido
de nubes como cabezas, roja
vendimia. No haya más de esto.
Ya le acercaste la ortiga, el diente
curvo; han llovido, han vibrado,
se han derramado sobre la caña fresca.
No haya más de esto.
       País de espejos habitados,
cerros distantes, lagos aún,
como el hueco del corazón.
Al bailar, al abrazarnos,
giran con nosotros los restos
de un orden celeste, corren
ríos de pólvora en la eterna fiesta
de vivos y muertos entrelazados,
relumbran las espuelas entre lápidas.
Flor de la Pasión, presérvalo.
Que por ti levante aún la cabeza,
que por breve tiempo logre paz,
que por ti se calienten, se entibien
los huesos y la carne, que por ti
sueñe y se levante, que lo hagas sentir
tu verdor, tu frescura, tu fragancia.

Jorge Esquinca (1957)
En La patria en verso. Un paseo por la poesía
cívica en México. Felipe Garrido, selección y
comentarios
Conaculta, INBA, UANL, Jus, México, 2011

 


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