Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 20 de Enero de 2020
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

Lunes

Cuando me bajaba

Cuando me bajaba
papá me llevaba al monte
Estate aquí
quieta
mientras termino de curarte
deja que te sobe
Lejos
hasta que hallábamos un árbol
Tenía que ser allí
debajo del castaño
Ya que atravesábamos la maraña
los cólicos desaparecían
Allí debajo del castaño
resguardándonos del sol
detrás de ese tronco
donde nadie nos viera
Cuando el dolor menguaba
volvíamos a casa
a hervir ramas y pequeños trozos de madera del árbol
Las hojas me miraban
con sus ojos fijos
como si fueran niñas
hasta que los borbotones empezaban
a hundirlas y las ahogaban

Minerva Margarita Villarreal (1957-2019)
Vike. Un animal dentro de mí.
Editorial Analfabeta, Juárez,
Nuevo León, 2018.

Martes

Me falta la desnudez

Me falta la desnudez
para poder respirar
necesito la sombra
para que el día no me asfixie
El sol que llevo dentro
me quema
y no hay espacio ni lugar
para el sosiego
para el sol ciego
Para saciar esta sed interminable
de la luz

Gloria Posada (1965)
Bajo el cielo. Antología 
poética, 2011-1985
Ficción, Universidad
Veracruzana, México, 2013.

Miércoles

Estratos

Él quiso escuchar mi corazón
Me despojé de todas mis corazas
hasta encontrar mi piel
          Busqué la capa más antigua
la caperuza roja de la infancia
que no alcanzó a devorar el lobo
          A través de esa membrana
sintió mi latido
El sonido de una herida
que con hilo y aguja quiso coser
          Mi corazón fue su labor
un tejido interminable
donde cerraba y abría
nuevos puntos
          Recuperé mis vestiduras
Cada coraza
disminuyó el eco del lamento
          Al final de mí
Sólo podría salir silencio

Gloria Posada (1965)
Bajo el cielo. Antología 
poética, 2011-1985
Prólogo, selección y notas
de Adolfo Castañón.
Ficción, Universidad
Veracruzana, México, 2013.

Jueves

Memoria del silencio

Ahora nadie hay en la casa.
Es noche. Es tan solitariamente noche.
Me demoro escribiendo estas palabras
como si así permaneciera un momento más en el mundo.
La casa parece escuchar el paso de los recuerdos,
el roce de la ropa sobre los muebles.
Me levanto y miro tras la ventana mucho tiempo.
Todo está quieto, silencioso, 
como si la calle solitaria fuese un secreto,
como si en medio de la calle
mi vida estuviera esperando.

Carlos Montemayor (1947-2010)
Abril y otras estaciones (1977-1989)
Fondo de Cultura Económica, México, 1989

Viernes

El intruso

Amor, la noche estaba trágica y sollozante
Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
Luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
Tu forma fue una mancha de luz y de blancura.
               Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
Bebieron en mi copa tus labios de frescura,
Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
Me encantó tu descaro y adoré tu locura.
              ¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
Y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
               Y tiemblo si tu mano toca la cerradura
Y bendigo la noche sollozante y oscura
Que floreció en mi vida tu boca tempranera!

Delmira Agustini (1886-1914)
Poesías completas
Edición de Alejandro Cáceres;
Ediciones de la Plaza, Montevideo, 1999.

Sábado

Como un pequeño ojo que mira hacia la muerte

te vi desnuda y sola,
justo donde te puse
(quizás al referirme a ti
y por elegancia deba
decir te recosté)
eras distinta a todos
los demás. te advierto
que por lo regular no presto
demasiada atención. llevo aquí
muchos años, pero el cabello
suelto, tu sonrisa,
las ganas de vivir que desprendían
tus ojos.
el cuerpo joven, casi perfecto,
de no ser por ese pequeño golpe
de picahielo abajo
del finísimo pezón.
seguro que comprendes:
es difícil que alguien
como tú se asome por aquí
tienes un defecto que incluso luce bien,
como un pequeño ojo que mira hacia la muerte.
es mejor que no escuches (me estoy poniendo cursi)
de un momento a otro
podría confesar que empiezo a amarte,
que quisiera que ese redondo ojal
no hubiera sucedido;
pero entonces (lo he pensado dos veces)
jamás habría llegado a tanto gozo.

Alain Derbez (1956)
Poetas de una generación. 1950-1959
Selección y prólogo de Evodio Escalante.
UNAM / Premiá, Tlahuapan, 1988

Domingo

A Sylvia Plath

Arrancaste un pelo a la vida
y lo muestras sin parpadear siquiera.
Frágil y ancha denuncia
tu locura
me hace tomar tu nuca entre mis manos.
Suavizar tu llanto endurecido,
hablarte desde el fondo de los shocks,
romperte la soledad
celda por celda.
          Golpeada la frente
miras a través de un cristal roto.
Gritando aquí está la loca
la incansable la madre partida
la suicida.
Espiándome en la azotea.
          La gruta herida,
la más mortal de las caricias, 
la más feroz de las bellezas.
          Revolotean prehistóricas golondrinas
que entierras en mi almohada para siempre.

Beatriz Novaro (1953)

Poetas de una generación. 1950-1959

Selección y prólogo de Evodio Escalante.

UNAM / Premiá, Tlahuapan, 1988


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