Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 06 de Abril de 2020
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

 

Lunes

Villanesca

En tanto que el hijuelo soberano
de Venus coge la silvestre rosa,
         una espina enojosa
lastimó del rapaz la blanca mano.
Corrió llorando por el verde llano
         a su madre la diosa,
y mostróle la mano lastimada.
Venus, muerta de risa y regocijo,
limpiándole las lágrimas al hijo,
         dijo: “Hijo, no es nada,
mayor castigo hubiera merecido
mano que tan cruel al mundo ha sido.”

Baltasar del Alcázar (1530-1606)
Flores de baria poesía
Prólogo, edición, crítica e índices
de Margarita Peña
UNAM, México, 1980

Martes

Hoy me pongo…

Hoy me pongo los pendientes que eran de mi bisabuela, sé que provienen de un joyero de Málaga.
         Detrás de los pendientes
un mar demasiado azul y luminoso.
         ¿Otro recuerdo que no habré de contar?

La pregunta me devuelve una distinta
¿qué será de lo que he atesorado: el reloj de Padre, las mancuernillas de Abuelo, la pulsera de Madre, la orquídea de Manolo, las fotografías de Cuautla, qué manos usarán mis anillos?
         Si supieran lo inútil que es escapar.

Mariana Bernárdez (1964)
Nervadura del relámpago
Foem, Gobierno del Estado de México,
Toluca, 2020

Miércoles

Se llama llama…

Se llama llama, amor, esta dulzura
que pacífica enciende nuestras sienes
y se vuelve voraz mientras sostienes
el temblor que revela mi cintura.
         Se nombra lumbre, amor, esta locura
de sabernos heridos y sin bienes
pero ricos en sendos parabienes
que en el cuerpo y el alma hacen hondura.
         Se dice, dicha, amor, a este tormento
que se pasa enlazando tu figura
al follaje febril de mi premura
         donde apenas te alcanzo y no te tiento.
Se abraza, amor, la brasa eterna, pura
y no admite razón por argumento.

Ethel Krauze (1954)
En Galería de gobernadores del soneto.
Introducción, selección y notas
de Otto-Raúl González
Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, 2002

Jueves

Mi prima Águeda

A Jesús Villalpando

Mi madrina invitaba a mi prima Águeda
a que pasara el día con nosotros,
y mi prima llegaba
con un contradictorio
prestigio de almidón y de temibles
lutos ceremoniosos.
         Águeda aparecía, resonante
de almidón, y sus ojos
verdes y sus mejillas rubicundas
me protegían contra el pavoroso
luto…
         Yo era rapaz
y conocía la o por lo redondo,
y Águeda, que tejía
mansa y perversamente en el sonoro
corredor, me causaba
calosfríos ignotos…
(Creo que hasta le debo la costumbre
heroicamente insana de hablar solo.)
        A la hora de comer, en la penumbra
quieta del refectorio,
me iba embelesando un quebradizo
sonar intermitente de vajillas
y el timbre capricioso
de la voz de mi prima.
                                 Águeda era
(luto, pupilas verdes y mejillas
rubicundas) un cesto policromo
de manzanas y uvas
en el ébano de un armario añoso,

c. 1916

Ramón López Velarde (1888-1921)
Obras
Compilador: José Luis Martínez
FCE, México, 1971

Viernes

Nuestras vidas son péndulos

¿Dónde estará la niña
que en aquel lugarejo
una noche de baile
me habló de sus deseos
de viajar, y me dijo
su tedio?
          Gemía el vals por ella,
y ella era un boceto
lánguido: unos pendientes
de ámbar, y un jazmín
en el pelo.
          Gemían los violines
en el torpe quinteto…
E ignoraba la niña
que al quejarse de tedio
conmigo, se quejaba
con un péndulo.
          Niña que me dijiste
en aquel lugarejo
una noche de baile
confidencias de tedio:
dondequiera que exhales
tu suspiro discreto,
nuestras vidas son péndulos…
          Dos péndulos distantes
que oscilan paralelos
en una misma bruma
de invierno.

c. 1915

Ramón López Velarde (1888-1921)
Obras
Compilador: José Luis Martínez
FCE, México, 1971

Sábado

Como las esferas…

Muchachita que eras
brevedad, redondez y color,
como las esferas
que en las rinconeras
de una sala ortodoxa mitigan su esplendor…
          Muchachita hemiesférica y algo triste
que tus lágrimas púberes me diste,
que en el mes del Rosario
a mis ojos fingías
amapola diciendo avemarías
y que dejabas en mi idilio proletario
y en mi corbata indigente,
cual un aroma dúplice, tu ternura naciente
y tu catolicismo milenario…
          En un día de báquicos desenfrenos,
me dicen que preguntas por mí; te evoco
tan pequeña, que puedes bañar tus plenos
encantos dentro de un poco
de licor, porque cabe tu estatua pía
en la última copa de la cristalería;
y revives redonda, castiza y breve
como las esferas
que en las rinconeras
del siglo diecinueve,
amortiguan su gala
verde o azul o carmesí,
y copian, en la curva que se parece a ti,
el inventario de la muerta sala.

c. 1917

Ramón López Velarde (1888-1921)
Obras
Compilador: José Luis Martínez
FCE, México, 1971

Domingo

Prólogo

Estás leyendo
y no son mis palabras las que lees
sino el eco de tu pensamiento.
Si en ti resuena alguna sílaba
es porque ella ya estaba instalada
dentro de ti.
Tú sólo eres el abismo
donde se produce el eco,
la montaña donde ella,
la poesía, reverbera.

Rebeca Jaramillo
Palabra ardiente
Este libro es una hermosa
edición artesanal; la portada
está ilustrada a mano, yo
diría que por la autora, de
quien no sé nada; no tiene
pie de imprenta.


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