Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 10 de mayo de 2021
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria

 

Lunes

Cubismo

Terraza de un hotel para esplináticos.
Es la hora del té. Llegan en bote
mujeres, oficiales, diplomáticos
y la gente del nuevo paquebote.
Una rubia regula sus prismáticos
siguiendo las gaviotas del islote.
Su marido, con sorbos matemáticos,
bebe un vaso de soda con popote.
La moda por la playa disemina
sus cuadros de color. El sol camina
sobre el agua, rodando sus cardillos
y, mientras nos aburre el océano,
yo clavo mi monóculo mundano
sobre unos enigmáticos tobillos.

Samuel Ruiz Cabañas (1884-1967)
La Falange. Revista de Cultura Latina.
México, 1° de enero de 1923.

Martes

En esta extraña calle

En esta extraña calle donde vivo,
esta increíble calle de otra parte,
quién habita esa casa que es la mía
y entrando por la puerta grande y ocre
me deja fuera de mí, que soy él mismo,
temblando como un niño ante la entrada.
Me deja a la intemperie de este mundo
como en ciudad ajena donde debo
inventarme un quehacer igual al mío
y con palabras que jamás se amigan
ni sé qué son ni nunca lo he sabido
explicar a empellones que no entiendo
qué hago yo entre estas rocas bien medidas
con geométricas grutas donde moran 
los que vanse y regrésanse sin prisa
y a lo sumo me miran de reojo
como si sólo fuese el que hubo entrado
apenas no sé cuándo allá en sí mismo
hacia el infierno que naturalmente
será saberme siempre el que está fuera
temblando ante la entrada como un niño.

Eliseo Diego (1920-1994)
La sed de lo perdido. Antología.
El Equilibrista, México, 1993.

Miércoles

La vuelta de la primavera

Al beso de las pardas golondrinas
gozosa despertó la primavera,
y su manto de flores la pradera
vistió al punto que huyeron las neblinas.
Del arroyo las aguas cristalinas
murmuran con placer, y vocinglera
entona el ave su canción primera
al abrirse las rojas clavellinas.
De tus ojos así la luz ardiente
mi corazón sintió cuando dormía
tras largas horas de gemir doliente.
Devuelves a mi pecho la alegría,
la inspiración devuelves a mi mente,
y te bendigo, primavera mía.

Francisco Sosa (1848-1925)
Recuerdos. Colección de sonetos.
Imprenta de Dublan y Comp., México, 1888.

Jueves

Ingenua

¡Oh! ¡los rizos negros y los ojos nubios!
¡Oh, los ojos claros y los rizos rubios!
Los enormes besos en que amor es ducho...
¡Besarse sin treguas y quererse mucho!
Ser grande, muy grande, ser bueno, muy bueno;
pero entre tus brazos y sobre tu seno;
besarte la nuca, besarte los ojos
y los hombros blancos y los labios rojos...
Oh! ¡mis dieciocho años! ¡Oh, mi novia ida!
Mi amor a la vida, mi amor a la vida...
La vida era dulce y el mundo era bueno;
¡pero entre tus brazos y sobre tu seno!
Las lunas de mayo si se lo preguntas,
te dirán que vieron nuestras sombras juntas;
el estero de aguas cuchicheadoras
lamió nuestra barca con lenguas sonoras,
lamió nuestras barcas con lenguas sonoras,
en aquellas horas, en aquellas horas...
¿Dónde está la barca? ¿dónde está el estero?
¿dónde están las lunas?... ¡Tú mueres, yo muero!
¡Oh! mis dieciocho años, ¡Oh! ¡mi novia ida!
mi amor a la vida... Mi amor a la vida...

Amado Nervo (1870-1919)
Poesías completas
Editora Latino Americana, México, 1957.

Viernes

Se han hecho viejas las palabras

Por ahí andan aquellos jóvenes apasionados
que iban a la escuela con una chamarra verde olivo
y un libro bajo el brazo.
Los que querían ser árbol
y prometían la conqusita del cielo;
los rabiosos y fuertes.
Ya se les han caído el tiempo
y el brillo de losojos
El puño en alto de entonces
se menea como péndulo de reloj
por el Paseo de la Reforma
donde atardece
Por ahí andan
con la voz rota y las palabras descosidas
remordiéndose el bigote.
Poniendo las ideas a bailar
sobre la mesa del café
y apuntándoles con el dedo
como a viejas prostitutas
hasta dejarlas muertas de cansancio
Por ahí andan desolados
con el magnavoz oxidado en un rincón del corazón
y una risa de odio que los degüella
cuando miran cualquier asomo de frescura
Se han hecho viejas las promesas
Se ha dejado pasar el sueño
–con su vida y su voz desenvainadas–
por la puerta

la guerrilla se ahogó en la garganta
las manos se han quedado congeladas
de esperar tanto tiempo con el lápiz
el poema que nunca comenzó
la firma que nunca quedó puesta
la toma del amor

por ahí andan aquellos jóvenes apasionados
reunidos frente a una taza de café
mientras que la noche cae como un plomo
sobre esta magnífica avenida.

Mariángeles Comesaña (1948)
En Aurora Marya Saavedra,
Las divinas mutantes. Carta de relación del
itinerario de la poesía femenina en México
UNAM, Praxis, IMC, Sogem, IPN, México, 1996.

Sábado

Notas sobre poesía

5/10
Paréntesis

En mis días he oído hablar a menudo sobre cierta pretendida impopularidad de la poesía. Tal impopularidad suele atribuirse a diversas causas y, sobre todo, a una especie de enrarecimiento de la composición moderna, que la haría difícil de entender a personas desprovistas de fortuna literaria. Dudo si la poesía fue popular en otros tiempos, cuando el aeda cantaba las hazañas de los héroes en el banquete y Ulises se conmovía hasta las lágrimas oyendo relatar sus propios infortunios. La gente que se reunía en torno a la mesa –casi siempre la bien surtida mesa de la casa real– era sin lugar a duda gente de abolengo, que debió tener una responsabilidad principal en el culto de la poesía, puesto que ésta era, a un tiempo mismo, compendio de las tradiciones históricas y religiosas del pueblo y almáciga de todo humano saber.
En nuestro idioma, desde los días en que, fruto de una intensa búsqueda en los papeles de la antigüedad clásica, el mester de clerecía se cuela en el arte poético, la poesía se convierte en cosa de adiestramiento. El poeta nace, es verdad, pero una vez nacido, se hace. De esta manera, la poesía, como por lo demás todas las disciplinas artísticas o científicas de nuestro tiempo, pasa a ser objeto de los afanes de una minoría que la crea o que, simplemente, posee preparación para disfrutar de sus placeres.
Nada de anormal encontramos en esto; pero en el caso especial de la poesía sucede que su vehículo, el lenguaje, es también el instrumento corriente de comunicación entre los hombres, y mientras cualquier persona sensata estaría dispuesta a reconocer que no pinta, le sería difícil admitir o siquiera pensar (si puede hacerlo) que no habla. Hay quienes, dueños de una cultura general respetable, que dicen gustar del último Stravinsky o preferir el primer Dalí o, aún mejor, que confiesan no interesarse en entenderlos, cuando se les coloca frente a una obra maestra de la poesía –si no la entienden– sienten su propia deficiencia como un insulto personal del autor. ¡Superchería! ¿Cómo se puede engañarlos, a ellos, con palabras?

José Gorostiza (1901-1973)
Cauces de la poesía mexicana, y otros textos
UNAM / Universidad de Colima, México, 1988.

Domingo

Esquina

Un discurso de Wagner
es bajo la batuta del
ALTO-Y-ADELANTE
La calle se ha venido toda tras de nosotros
y la sonrisa aquella se voló de mis manos.
El sol se ha desnudado.
La ciencia se perfuma de malas intenciones
y al margen de la moda
se ha musicado el tráfico.
10,000 para mañana
con la última quiebra
han bajado las lágrimas.
Lazaró-Lazaró
el viaje a Marte al fin se hará en camión.
Contra los académicos la mañana
se ha levantado en armas
y reparte protestas en los programas.
Ahora los relojes adivinan la suerte
mientras las hojas secas usan ventilador 
y sobre la sonrisa final de los retratos
se ha detenido un sueño 1902.
El cielo está agotado en los últimos discos
los escaparates hablan del amor libre
su nombre es un relámpago de tarjeta postal.
Si no estuviera triste…
Se vende y se canta por 5 centavos
A Villa lo inventaron 
los que odiaban al gringo.
Me han robado los ojos que traía en el chaleco
¿sabe usted para dónde se ha mudado el correo?
Para hablar en inglés es necesario 
cortarse la mitad de la lengua.
Los teléfonos sordomudos
han aprendido a hablar por señas.
¿Quién halará los cables
que arrastran los eléctricos?
Los periódicos pagados
callan el asesinato de los perros
La oratoria es el arte de saquear los bolsillos
y el recuerdo se vende de papel recortado
el trabajo es un grito amarillo
¿será un juego de bolsa lo del tiempo barato?
En todas las ventanas ya se venden cigarros.

Germán List Arzubide (1898-1998)
Poemas estridentistas.
Prólogo de Sergio Mondragón.
El Tucán de Virginia, Gobierno de la
Ciudad de México, México, 1998.


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