Poema del día

Siete poemas para esta semana. Selección de Felipe Garrido

Lunes, 19 de Julio de 2021
Por: Felipe Garrido

Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.

Lunes

Los horizontes

Sale la luna y se mete el sol

y en lo profundo se van a ver

sale el lucero a la madrugada

y el carro sale al oscurecer.

           Los horizontes son chiquititos

y parejitos al caminar

andan en busca de una paloma

que se ha salido del palomar.

           La estrella del norte

llave del mundo

que no se mueve para nacer.

          Bajan las nubes

para los mares

a agarrar agua para llover.

          Ya que tuvimos la grande dicha

porque el Señor nos la concedió

para cantar bonitas canciones

que la sirena nos enseñó.

Anónimo. Canción cardenche.

José Luis Urdaibay

Cardenchero. Las voces requemadas.

Fondo Editorial Coahuilense s/f

Martes

Mareo

Dan ganas de aplaudir con sólo verte

entrar en las caderas de mis sueños.

          Dan ganas de comer algo salado

cuando tu piel absorbe mis deseos.

          Dan ganas de tomar de fuego un trago

si tu sudor resbala por mis muslos.

          Dan ganas de llorar de pura dicha

cuando presienten tus dedos mis antojos.

          Dan ganas, muchas ganas de hacer lumbre

para que no se enfríen las caricias,

para que no se acabe

el mareo de tierra que generas.

Lucía Rivadeneyra (1957)

De culpa y espiación.

Parentalia, México, 2017.

Miércoles

Laberinto

No habrá nunca una puerta. Estás adentro.

Jorge Luis Borges, “Laberinto”.

Una línea recta que tiende al infinito,

un vestigio de sangre en la arena,

las infinitas posibilidades de combinación

de los números,

el punto en que convergen

dos acontecimientos opuestos,

el universo sin centro,

el tejido de un texto que se desdobla.

La puerta de salida

es la misma por la que se entra al laberinto.

Un desierto perfecto,

un océano infinito,

una frontera que se desplaza,

una confusión que seduce,

un horizonte que no se  puede ver

a riesgo de quedar suspendido en el vacío.

           La amenaza de no poder salir

llevándote detrás de mí como Orfeo.

           De no poder ver tu rostro

sin perderte.

La arquitectura sin puertas

que me contiene,

la urdimbre sin centro ni periferia

donde me extravío,

sin hilo de Ariadna,

sin consuelo.

Ruth Vargas Leyva (1946)

Retorno a la ciudad-

Nódulo, Tijuana, 2016.

Jueves

Da la impresión que te has quedado solo;

no es que hayas dejado a todos detrás, que

tu sagacidad, la agilidad de tus piernas, el

quiebre de cintura, la finta y el sprint

hayan surtido el efecto esperado; quizá

el juego acabó y tú sigues corriendo sin

darte cuenta; quizá la noche pasó y ese pájaro

no sea un ave nocturna. No siempre es

claro cuándo termina el día y comienza la noche;

al contrario es todavía más difícil (sabes

que amaneció, pero no quieres despertar).

Igual pasa en el campo de juego: dejas muy lejos

a los contrarios, ya estás en terreno enemigo,

pero no encuentras a un solo compañero; quizá 

te pusiste el uniforme equivocado; quizá estés

perdido entre los horarios de juego, quizá equivocaste

la dirección de los campos; quizá hace tiempo que

la temporada acabó y tu sigues corriendo tras una pelota

que tienes tiempo de no ver, y ése es el punto,

el hecho que, a esta altura del juego, debes reconocer.

José Javier Villarreal (1959)

Una señal del cielo.

Sello Editorial. Universidad de 

Concepción, Hualpén, 2017.

Viernes

Dolor

Mi abismo se llenó de su mirada,

y se fundió en mi ser, y fue tan mía

que dudo si este aliento de agonía

es vida aún o muerte alucinada.

          Llegó el Arcángel, descargó la espada

sobre el doble laurel que florecía

en el sellado huerto… Y aquel día

volvió la sombra y regresé a mi nada.

          Creí que el mundo, ante el humano asombro,

iba a caer envuelto en el escombro

de la ruina total del firmamento…

          Mas vi la tierra en paz, en paz la altura, 

sereno el campo, la corriente pura,

el monte azul y sosegado el viento…

Enrique González Martínez (1871-1952)

Anthologie de la poésie mexicaine.

Choix, commentaires et introduction

par Octavio Paz.

Traduction de Guy Lévis Mano.

Présentation de Paul Claudel

de l’Académie Francaise. 

Les Éditions Nagel, París, 1952.

Sábado

Si pudiera elegir cómo morirme

Si pudiera elegir cómo mrirme

elegiría un cielo azul tachonado

de astros en el campo.

          Y enfrentaría con mi pecho abierto

sus destellos para que con mi corazón

se hiciera un arco.

          Si pudiera elegir cómo morirme

no elegiría otra forma ni manera:

el descansado verde de la noche,

el polvo del camino, las flores somnolientas

y el rocío serían el marco final de

mi existencia.

Así de frente moriría yo,

de cara al cielo en mes sin nombre,

una noche cualquiera en el momento final

de una lánguida tarde,

y la luz de tus ojos

sabría del momento final, del preciso

momento en que calló mi sangre.

Satélite, 7:30 hrs. Mañana de domingo,

20 de noviembre, 1983.

Justo R. Molachino (1936)

Dedicatoria

A los poetas olvidados y a los desconocidos. A los que sufren. A los que esperan en la angustia. Para los que buscan poesía sin saberlo al decir te amo. Para los que conservan en su interior al niño salvador de todo hombre. A los que a pesar de los fracasos o traiciones se levantan y vuelven a amar. A los bien intencionados. Para los que saben perdonar y siguen con esfuerzo y fe en el camino de la vida y, finalmente, para los que creen en el hombre y en su frágil naturaleza.

Justo R. Molachino (1936)

Para leer en los altos.

Los libros del Fakir, 64, México, 1984.

Domingo

Muchas veces los amigos

“Esa larga pereza de estar aquí en mi casa derrumbado, 

arrumbado, derrengado en la cama entre libros y tristezas.”

Luis Rius

1

Muchas veces se piensa en los amigos

y ellos se encuentran ausentes de las calles

y residen en habitaciones que casi nunca abandonan,

se dejan ir entre ciertas tierras y a veces en el mar,

o entre sus fantasmas de hastío.

A veces, desaparecen tras el humo,

lobos esteparios que desisten de sus vestiduras.

2

El anís quedó abandonado

en la vieja mesa de madera

que ya no será frecuentada

y la hora de whisky al estilo Hemingway

ya no alcanzará a precisarse en el reloj.

3

A veces, esos amigos duermen y vagan

recogen las migajas dispersas

unos regresan y otros se marchan.

          Esos que se marchan, lo hacen

con la misma rapidez con que alguna vez

llegaron a los días y a las horas.

          Unos se olvidan de su sombra

otros se pasean en aquellos días

cuando los barcos de vela cruzan los riachuelos.

Perla Schwartz (1956-2019)

Al tocar el viento.

Los libros del Fakir, 86. México, 1986.


Comparte esta noticia

La publicación de este sitio electrónico es posible gracias al apoyo de:

Donceles #66,
Centro Histórico,
alcaldía Cuauhtémoc,
Ciudad de México,
06010.

(+52)55 5208 2526
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

® 2024 Academia Mexicana de la Lengua